Javier Fernández, de Fundación Caja Navarra; Isabel Moreno, directora territorial de La Caixa; Alejandro Toquero, alcalde de Tudela; Manuela Pedrón, aseosra de la exposición; y Merche Añón, concejala de Cultura
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La vida de una obra de arte convertida en icono del S. XX a lo largo 40 años de historia y su inmortal mensaje de paz protagonizan la exposición «El viaje del Guernica», que podrá verse en un novedoso espacio instalado en el Paseo del Queiles de Tudela donde permanecerá hasta el próximo 7 de noviembre.

La muestra pone al alcance del público la numerosa documentación que existe sobre la inmortal obra de Pablo Picasso, desde que el gobierno republicano encargase al artista malagueño su realización para la Muestra Universal de Paris del año 1937 y su posterior periplo internacional hasta su regreso a España en 1981.

El público va a poder disfrutar de reproducciones facsímil de documentos de la época, bocetos y bibliografía sobre la obra rescatadas del Archivo Nacional, la Bibilioteca Nacional y Biblioteca Nacional de la República Francesa y que sirvieron como fuentes del nuevo estudio que se realizó sobre el «Guernica» con motivo de su 80 aniversario en 2017.

«Sabemos todo de un cuadro mítico, casi mitológico, y a través de esta exposición nos acercamos a su leyenda, ayudándonos a discernir los relatos sobre su significado», ha asegurado Manuela Pedrón, asesora de la muestra.

«El viaje del Guernica» se inicia con el encargo que recibe Pablo Picasso a comienzos de 1937 y cómo el bombardeo de la localidad vizcaína el 26 de abril de ese año determinó y reoriento el trabajo que preparaba el artista. Las portadas de la prensa francesa de la época, las mismas que vio Picasso, muestran la influencia que este hecho histórico ocasionó en la posterior realización de la obra.

El desarrollo de los 8 x 3,5 metros de lienzo en el famoso taller de la calle Grands-Augustins de París protagonizan la segunda parte de la muestra desvelando al público que en realidad, el cuadro es una obra inacabada, desvela Pedrón. «Cuentan que Picasso llego a decir que se llevarán la obra pues no la acabaría nunca, y lo que salió de su taller fue una pieza inacabada que se ha encargado de llenar la sociedad», ha explicado la asesora de la muestra.

Su exhibición en la Exposición Internacional de París en un pabellón que el gobierno de la república española convirtió en un exponente del arte contemporáneo centra el tercer capítulo de la muestra. Las fotos de la época reflejan un «Guernica» que comparte espacio con creaciones de otros grandes artistas de la época  y que, curiosamente, y como consecuencia de la Guerra Civil que asola España, se perderán en su mayoría, quedando la obra de Picasso como una de las pocas supervivientes de esa muestra.

Comienza el gran periplo del «Guernica». Exposiciones en las que el cuadro y todas las obras vinculadas a su proceso de creación son las grandes protagonistas. El «Guernica» comienza a adquirir un carácter político y propagandístico importante. El líder de los conservadores británicos, John Atlee lo convierte en el primer photocall de la época danto un mitin con él como telón de fondo y el propio Picasso vincula la exhibición del cuadro a campañas de ayuda para reunir fondos para los refugiados españoles.

Este circuito expositivo llevará el cuadro hasta el Moma de Nueva York, que solicita la obra para ofrecer una retrospectiva de la trayectoria de Pablo Picasso. Una vez finalizada la misma, el cuadro debe de regresar al estudio del artista a París. Sin embargo el estallido de la 2º Guerra Mundial alarga la estancia del Guernica en Nueva York durante 40 años, un periodo solo roto por un inciso, ha recordado Pedrón, su exposición en los restos del Palacio Real de Milán destruido por los bombardeos en otra imagen que se ha convertido en icono de la barbarie causada por las guerras.

El regreso del «Guernica»

La segunda parte de la muestra centra su atención en el regreso de la obra a España dejando por el camino curiosidades como el informe de la CIA en la que desaconseja la presencia de Picasso en suelo norteamericano tras tener conocimiento de la afiliación de Pablo Picasso al Partido Comunista en 1941.

Desde el primer intento del Gobierno de la dictadura del General Franco en 1968 a su regreso efectivo en un vuelo regular de Iberia en 1981, la exposición repasa las discusiones legales sobre la propiedad de la obra. El propio Picasso, ha recordado Pedrón, comienza a plantearse el futuro de la obra y parece tener claro que el «Guernica» iba a ser del Estado cuando se restituyeran las libertades públicas, pero resultaba complicado que el artista suscribiera esa voluntad en un documento. Sin embargo, en 1970 se firma el documento, en 1973 fallece el artista y el 20 de noviembre 1974 el General Franco. «El 26 de noviembre empieza la reivindicación para que el Guernica regrese a España», ha recordado la asesora de la muestra.

El Ministerio de Cultura inicia un proceso clave para el regreso de la obra. Comienza una intensa labor de investigación para conseguir acreditar la propiedad de la obra hasta que, por fin, aparece en el archivo de uno de los hijos del que fuera embajador en Paris en 1937, Luis Araquistain, un documento por el que el Gobierno de la República encarga la obra al artista por 150.000 francos.

Todo parecía indicar que la obra regresaría a España en 1979, pero el Moma pide que la obra permanezca una año más en Nueva York para celebrar el 50 aniversario de esta institución. Por fin el 8 de septiembre de 1981 la obra sale del MOMA. Dos días después atraviesa el Atlántico enrollado en un cajón en un vuelo regular de Iberia.

Se abre entonces el debate sobre dónde se expondrá esta obra universal. Barcelona, Málaga e incluso Guernica se postulan por hacerse con una obra internacional. Sin embargo, ha recordado Pedrón, la voluntad de Picasso era que se mostrase en el Museo del Prado como principal pinacoteca del país. De este modo la obra se expone en el Palacio del Buen Retiro, que forma parte del Museo del Prado, hasta 1992, momento en el que se redistribuyen los fondos nacionales y el «Guernica» es trasladado hasta el Museo Reina Sofía donde se expone en la actualidad. «Desde su llegada a España el cuadro no se ha vuelto a enrollar. Es un cuadro que no puede viajar, pero sí puede viajar su historia», ha concluido Pedrón.

 

 

 

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