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Los velocípedos comenzaron a poblar calles y caminos de Europa a lo largo del S. XIX con una particular estética de grandes ruedas que encandiló a la burguesía de la época en sus desplazamientos urbanos. Su evolución hacía la bicicleta, un vehículo mucho más manejable y accesible, los acabó relegando de calles, parques y plazas quedando como piezas de museo envueltas por un halo de romanticismo.
Fue precisamente la estética y romanticismo de la época la que atrajo la atención del tudelano Juan Antonio Pérez Lázaro hacia esos vehículos cuya rueda delantera triplica en tamaño a la trasera. Entusiasta de la bicicleta, fijo su mirada en ellos intentando conseguir alguno de esos modelos, una misión casi imposible que le animó a replicar algunos de los velocípedos que se popularizaron en Francia a finales del S. XIX y que pueden verse en la galería del Centro Comercial Puente de la Ribera.
En la muestra se pueden ver cinco modelos totalmente diseñados y creados por Lázaro con piezas de otras bicicletas recicladas de los años 60. El más llamativo de ellos, un modelo con una rueda de 1 metro 40 centímetros de diámetro.
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