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El taller arqueología de San Nicolás aborda esta semana sus últimos días de excavación después de un intenso mes de trabajos en el que un grupo de 15 personas, en distintos grupos, ha intervenido sobre la nave central del antiguo templo.
El principal objetivo de la octava edición de esta iniciativa, explicaba el arqueólogo y director del proyecto, Juanjo Bienes, “ha sido excavar el bloque de 20 enterramientos que nos quedaba en la nave central de la iglesia actual, enterramientos de la última fase del templo, correspondientes al siglo XIX”.
Una vez concluída esta fase, la antigua iglesia de San Nicolás va a quedar con toda su superficie investigada, quedando un suelo irregular con pavimentos de la antigua iglesia que se levantó en el S.XVI y que se mantuvo hasta el S.XVIII, momento en el que se construyó el actual edificio.
Bienes ha explicado que los trabajos realizados en las sucesivas campañas han permitido catalogar y numerar 175 enterramientos, una cifra que con los trabajos que se realizan en estas últimas jornadas se redondeará en torno a los 190 enterramientos.
Respecto a las singularidades de esta campaña, el arqueólogo tudelano ha vuelto a destacar la aparición de nuevos enterramientos peculiares dada la posición en la que se han encontrado algunos cuerpos que no están orientados hacia el altar del tempo o se enterraron mirando hacia el suelo. “Este año han sido más de los habituales en cuanto a proporción. Lo primero nos han salido más niños que en otras ocasiones, algo que puede tener relación con la ubicación cercana a la capilla de la Virgen de los Remedios y hubiese más predilección para los enterramientos infantiles. Y luego están los enterramientos singulares. Este año tenemos un individuo enterrado al revés; otro muy extraño boca abajo, del revés con las piernas dobladas sobre la espalda y la cabeza desplazada unos 10 centímetros que suponemos es la que pertenece al cuerpo y que presenta un traumatismo grave, y con parte de los brazos desaparecidos. El más curioso ha sido un enterramiento infantil, de una niña, mirando a los pies de la iglesia y boca abajo. Enterrada además con cierto mimo, con pendientes, un sudario que pudo ser de seda y un colgante al cuello”, describe.
La justificación de estos enterramientos se encuentra en ciertas humillaciones hacia el cadáver por llevar una vida pecaminosa o bien, como relata Bienes y sostenida por la investigación que está desarrollando un grupo de alumnos del bachillerato del Valle del Ebro “de que se trata de un cierto miedo al tipo de muerte que tuvo el difunto. Locura, epilepsia, deficiencia psíquica”. En esta segunda teoría encajaría el enterramiento de la niña, reconoce Bienes, “ya que apenas ha tenido tiempo de llevar mala vida por lo que se trataría de cierto miedo al tipo de muerte que pudo tener, pero son todo conjeturas”.
El arqueólogo llama la atención sobre estos cadáveres porque, indica, “estamos en una etapa relativamente reciente, en torno a 1830, y no inmersos en la Edad Media para tener ese miedo y supersticiones, pero se ve esa España profunda que todavía subyace para algunas cosas”.
Respecto a los hallazgos arquitectónicos, los trabajos han terminado por descubrir una de las bases de los arcos diafragma que tuvo la iglesia del siglo XVI en la que se esperaba encontrar el arranque del arco con la moldura aunque al final solo se ha encontrado la base y la cimentación. Y en cuanto a objetos, lo más llamativo ha sido una cadena muy fina al cuello con una medalla que tenía uno de los enterramientos.
Los siguientes pasos de la intervención de San Nicolás, relata Bienes, será finalizar los enterramientos del S. XIX en el taller de otoño e invierno y, a partir de ese momento empezar a profundizar en la cota de los suelos de la iglesia del S. XVI. «Será el momento más interesante porque a partir de esa cota es cuando se podrán encontrar estructuras de la iglesia románica», asegura el arqueólogo.
En las siguientes ediciones se trabajará ya sobre
los suelos de la iglesia del S. XVI
A modo de balance, tras 8 talleres y cuatro años de excavaciones que se iniciaron en 2014, Bienes reconoce que lo más significativo a nivel arqueológico ha sido descubrir que entre la iglesia románica y la actual hubo otra iglesia que fue la que derribó la románica y que es la que derriban al hacerse la actual, algo que no se conocía. En lo que respecta a los elementos que han aparecido, Bienes llama la atención sobre la impresionante lauda sepulcral de Antonio Ballejo de 1621 como elemento más importante y llamativo de la excavación junto con un capitel románico que también apareció en 2015, como elementos suntuarios un collar de azabache y como curiosidad el par de zapatos que aparecieron depositados sobre un difunto en un enterramiento que apareció el pasado año.
La intervención llevada a cabo en San Nicolás, reconoce, ha sido muy importante. «En la catedral se llegaron a recoger hasta 800 enterramientos pero que siguen pendientes de estudio. En San Nicolás viene a ocurrirnos lo mismo pero ya hay una investigadora que se está especializando en osteoarqueología y que estaría interesada en realizar un estudio sobre los hallazgos de San Nicolás».
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