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José María Bermúdez de Castro ha dirigido recientemente el curso «Los yacimientos de Atapuerca: pasado, presente y futuro» con una gran acogida por parte del centenar de participantes que lo han seguido presencial o virtualmente. Hemos tenido el placer de charlar con él sobre Atapuerca, la investigación de la evolución humana y otras cuestiones.

UNED Tudela / Colaboración

La figura de José María Bermúdez de Castro no necesita presentaciones en el mundo de la paleontología y la antropología. Actualmente es el coordinador del Programa de Paleobiología de Homínidos en el Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana (CENIEH) en Burgos, además de codirector de los yacimientos de Atapuerca. Uno de sus puntos fuertes es sin duda su extraordinaria capacidad para socializar el conocimiento. Sus visitas a la UNED de Tudela dan buena cuenta de ello. «Creo que esta es, ¿la quinta vez que vengo? Y estoy encantado siempre de volver.»
Comenzamos nuestra conversación saltando atrás en el tiempo, interesados por conocer cómo fueron sus comienzos en la investigación. «Yo terminé la carrera en el año 1977, después tuve que ir a la mili 14 meses y después empecé a hacer la tesina… En aquella época la ciencia española estaba muy mal y en particular los aspectos de arqueología y evolución humana estaban casi a cero. Había un vacío absoluto. Tenías la figura de Emiliano Aguirre y había habido otros catedráticos en España que también habían tratado estos temas pero no habían investigado o habían hecho pocas cosas realmente. Habíamos pasado una época muy oscura en la que la ciencia española se hundió completamente: una guerra, cuarenta años de posguerra… Cuando llegué yo no había casi bibliografía. Teníamos que conseguir las publicaciones de maneras muy complejas… No teníamos instrumental, no teníamos prácticamente nada pero lo que sí teníamos, y hablo en plural porque por aquella época fue cuando conocí a José Luis Arsuaga y luego a Eudald Carbonell… lo que sí teníamos era mucha ilusión por hacer que las ciencias de la evolución humana progresaran y se pusieran a la altura de lo que estaba sucediendo en Francia, en el Reino Unido, Alemania, etc. Sobre todo sabiendo que teníamos muy buenos yacimientos.»

Bermúdez de Castro, Arsuaga y Carbonell son los máximos responsables del programa de investigación transdisciplinar que se viene desarrollando en la sierra de Atapuerca desde que asumiesen la dirección conjunta de los yacimientos en 1991.
«Al principio cuando pedimos estudiar fósiles humanos nos dijeron que no había fósiles humanos en España…»
«Nosotros les decíamos que eso no era posible. «Si Francia que ha tenido glaciaciones tiene cantidad de yacimientos, seguro que aquí en España los hay también.» Esa era nuestra idea y no nos hemos equivocado. Tenemos yacimientos excepcionales en la Península Ibérica.»
Y Atapuerca es sin duda la joya de la corona. Desde que Trinidad de Torres encontrara una mandíbula en 1976, en los estratos de esta pequeña sierra burgalesa se está leyendo la evolución del ser humano en Europa con hallazgos que han removido las bases de la paleontología. Bermúdez de Castro nos ofrece un recorrido cronológico por los grandes hitos de Atapuerca.
«En 1992 se encontraron los primeros cráneos completos o casi completos en la Sima de los Huesos. Y en 1994 se descubrieron los fósiles en la Gran Dolína del que bautizamos como el Homo Antecessor. Ese fue un momento fantástico porque cambiamos totalmente el paradigma de la evolución humana en Europa.»
El yacimiento de la Gran Dolina es una cavidad cárstica que presenta uno de los más completos muestrarios del poblamiento europeo en el pleistoceno. La excavación alcanza una extensión de unos 100 m con una profundidad de 18 metros y tiene más de 10 niveles bien diferenciados que abarcan un lapso temporal que va desde hace un millón de años, en su base, hasta hace unos 200.000 años, en su nivel superior. Se encontraron restos de un mínimo de seis individuos de más de 780.000 años de antigüedad, identificados como pertenecientes a una nueva especie, el Homo Antecessor, que constituyen el hallazgo de los fósiles humanos más antiguos conocidos de Europa. Este descubrimiento tuvo lugar en la campaña de 1994, en el «estrato Aurora», llamado así por la arqueóloga Aurora Martín Nájera, miembro del proyecto de la Gran Dolina, que halló el primer fósil humano en el yacimiento, un canino humano.
«Continuamos en el año 1998 con el hallazgo del bífaz Excálíbur en la Sima de los Huesos, que nos proponía la posibilidad de lanzar una hipótesis muy importante para este yacimiento: la posibilidad del primer pensamiento, si no simbólico, sí por lo menos de enterramiento intencionado.»
Bautizada por sus descubridores con el nombre de la espada mágica, Excálibur es una piedra tallada usada como hacha de mano. Su singularidad y localización la han convertido en uno de los hallazgos más desconcertantes encontrados hasta la fecha en las colinas de Atapuerca. Apareció con los restos de una treintena de esqueletos, lo que lleva a pensar que pudiera ser un objeto simbólico, incorporado a ese espacio junto con los cuerpos a modo de ofrenda. Otra particularidad de la Sima de los Huesos, además de la gran acumulación de fósiles, es que se hallaron cadáveres completos y no huesos aislados. Los restos humanos fueron identificados utilizando como criterio la dentición. Tres de ellos eran niños, dieciséis eran adolescentes y los trece restantes eran mayores de veinte años. Este descubrimiento abrió la puerta a la hipótesis de que la abstracción humana no nació con los Neanderthales sino con antepasados más antiguos, probablemente los Homo Heilderbergensis.
Llegados a este punto estamos hablando de cuestiones culturales cuyas evidencias científicas son escasas porque los fósiles no hablan demasiado.
«Estas cuestiones se pueden abordar desde el punto de vista de la opinión, en un libro de divulgación… pero la ciencia requiere evidencias científicas. Una revista científica te dice ¿dónde están los datos.? ¿cómo puedes contrastar esta hipótesis? Podemos imaginarnos cosas e incluso algunas de ellas pueden ser hipótesis plausibles puesto que nos ubicamos en una época del pleistoceno en la que tenemos especies en equilibrio con el ecosistema, que usan herramientas y tienen un cerebro bien desarrollado pero tampoco como el nuestro…»
Precisamente un libro de divulgación fue el formato que eligió Bermúdez de Castro en 2010 para plasmar sus ideas sobre «La evolución del talento». El subtítulo de este volumen es una gran pregunta que toda investigación sobre la evolución humana busca responder: «Cómo nuestros orígenes determinan nuestro presente». En el texto nos describe como «primates con alto grado de encefalización», extremadamente sociales y, en la actualidad, provistos de una tecnología que «la biología no puede seguir» y pasa a resumir ágilmente seis millones de años de evolución del árbol genealógico del Homo Sapiens. Casi nada.
«El talento nos ha permitido llegar a un punto de conocimiento y de desarrollo tecnológico extraordinario. Vamos avanzando a una velocidad vertiginosa pero el problema es que seguimos siendo primates.»Para Bermúdez de Castro este es el mayor problema de la humanidad a día de hoy.
«Se ha producido un descompensación entre la evolución biológica que va a un ritmo lento y normal, y la evolución tecnológica que va demasiado deprisa; y esto es peligroso.»
Retomando el hilo de la historia volvemos a la Sima de los Huesos y a los restos allí encontrados, a partir de los cuales nuestro entrevistado afirma que «se pueden hacer algunas especulaciones casi casi con categoría de hipótesis sin ningún tipo de rubor. No son certezas pero sabemos que los Neanderthales enterraban a sus muertos. Como en la Sima de los Huesos hay ancestros de los Neanderthales y están muy relacionados con ellos, nos parece una hipótesis cada vez más plausible que ya ellos tuvieran pensamiento simbólico.
Tenemos que tratar de encontrar más yacimientos donde se puedan hallar cosas similares para que la
hipótesis sea aceptada por la comunidad científica.»
A pesar de los importantes avances de las últimas década en paleontología, la comunidad científica tiene asumido que en los próximos años se seguirá reescribiendo nuestro pasado y que las verdades científicas son «verdades por ahora».
Bermúdez de Castro nos sigue guiando en un viaje hacia el presente y así llegamos al año 2003. «Ese año descubrimos más fósiles de Homo Antecessor y en el 2007 fue cuando encontramos, en la Sima del Elefante, el fósil humano más antiguo de Europa en ese momento.»
Finalmente parece que el 2016 puede pasar a ser otro hito importante de la historia de los yacimientos de Atapuerca «porque se ha promovido una investigación ya masiva de los yacimientos y además en un yacimiento, del que todavía no conocemos ni antigüedad ni geología ni nada, ya ha aparecido un fósil humano en las labores de limpieza. Este parietal humano nos hace pensar que el cráneo puede estar ahí.»
Atapuerca ha sido y es la cantera, nunca mejor dicho, de un equipo humano altamente cualificado que ha puesto a la Paleontología española en el mapa. «Hemos tenido una época buenísima en el ámbito de la evolución humana, la arqueología y en muchas otras ciencias y la crisis ahora nos está pasando factura. De hecho en evolución humana, hubo un momento en que fuimos el segundo país por detrás de los EEUU en número de publicaciones. El salto ha sido brutal. Desde ese cero de finales de los años 70 a ese momento ha sido un salto fabuloso. Ahora desgraciadamente hemos ido bajando y las innovaciones ya no se están produciendo en España. Es lamentable pero es así.»
En Atapuerca la investigación científica está estrechamente ligada a la universidad y a la formación de las personas en el campo. «Desde la época de Emiliano Aguirre quisimos que Atapuerca fuera un lugar, no solamente de investigación sino también de universidad, donde la gente pudiera aprender las técnicas de excavación, el método científico y la investigación si era posible.»
«Luchamos muchísimo porque hubiera puestos de trabajo para que los científicos españoles pudieran tener un salario que les permitiera vivir y hacer un equipo español que pudiera trabajar en estos yacimientos y una vez formado ese equipo español, pudiéramos colaborar con otros científicos de fuera de España.»
«Lo que no queríamos era que España fuera colonizada sistemáticamente por otros investigadores. Lo
intentaron pero a nosotros nos gustaba la idea de, en un sentido si quieres patriótico, tener un equipo español. Lo logramos y ahora estamos colaborando con yacimientos extranjeros.»
Por la riqueza de sus yacimientos en Atapuerca hay trabajo para varias generaciones y sólo hacen falta medios económicos e interés para que las excavaciones sigan dando alegrías en forma de investigaciones cada vez más amplias y transversales. Bermúdez de Castro nos confirma que los yacimientos cuentan con el interés político y que las subvenciones son muy generosas por parte de la Junta de Castilla y León.
«Las instituciones han comprendido perfectamente que esto es importante y que es una inversión desde el punto de vista social y económico.»
«Mil cien puestos de trabajos, turismo, etc. etc. El Ministerio, el MINECO, ha reducido el dinero destinado a investigación pero nosotros podemos sentirnos satisfechos porque tenemos uno de los proyectos mejor dotados económicamente. Y además tenemos la Fundación Atapuerca donde entidades públicas y también privadas ponen dinero, razón por la que podemos tener personas que están becadas, trabajando, haciendo su tesis o becas posdoctorales. No es mucha gente, antes había más. Estuvimos hasta 17 personas trabajando y es lo que permitió que el proyectos fuera adelante. Así que en conjunto no nos podemos quejar. Lamentamos que la ciencia española no esté a la altura que le corresponde. Podíamos haber llegado a ser muy respetados por la comunidad científica internacional y ahora mismo hemos pasado a la segunda división. Pero todo son ciclos.»
Bermúdez de Castro tiene la sonrisa de una persona satisfecha con el camino andado y habla con optimismo del futuro de una tercera generación -la primera fue la de Emiliano Aguirre, la segunda la suya junto a Arsuaga y Carbonell, entre otros- que «quizás tendrá un poco de inestabilidad al principio pero se va a
estabilizar y va a ser la propia administración y la sociedad la que propicie que esto continúe. Atapuerca está muy relacionada con otros yacimientos porque hemos expandido nuestra línea de acción a China, a Francia, etc. y todo esto va a asegurar que las investigaciones continúen muchas más generaciones.»
La capacidad para socializar el conocimiento que ha tenido esta segunda generación es quizás tan importante como los logros científicos de las excavaciones e investigaciones. Bermúdez de Castro compara Atapuerca con la industria. Cuando interesa la tecnología para producir, por ejemplo, electrodomésticos, la ciencia que lo hace posible va a estar apoyada. La de Atapuerca es una ciencia en desarrollo que tiene unas repercusiones económicas y sociales importantes y la sociedad las demanda porque hay más gente que vive de Atapuerca además de la directamente implicada en el yacimiento.
«Hacemos lo posible por devolver a la sociedad lo que la sociedad nos da y yo veo un futuro positivo en el sentido de que Atapuerca ya ha trascendido los límites normales de la ciencia.»