Robert Eggers se ha ganado la reputación de director especial, capaz de bucear en el alma humana a través de atmósferas y personajes inquietantes. Ahora, adapta una leyenda danesa escrita en el siglo XIII, por el historiador Grammaticus, en la cual se inspiraría Shakespeare para escribir Hamlet. Eggers recrea la historia del príncipe nórdico Amleth, que contempla el asesinato de su padre, siendo la venganza el motor de su vida. El film lo protagonizan: Alexander Skarsgard, Nicole Kidman, Anya Taylor- Joy, Claes Bang.
Estamos en el siglo X, el rey (Etham Hawke), regresa a casa después de una batalla, para encontrarse con la reina Gudrún (Nicole Kidman) y su hijo Amleth. El rey en un momento de la celebración, conduce a su hijo a un ritual para conferirle sabiduría y valor. Sin embargo, al salir del ritual, es asesinado por su hermano Fjönir (Claes Bang), el cual rapta a la reina, y asesina a toda la corte. Amleth consigue huir de su tío asesino.
Han pasado los años y Amleth (Alexander Skargard), es un fiero vikingo que arrasa aldeas con sus temibles guerreros. Un día, un compañero le cuenta que el asesino de su padre vive retirado en el campo. Deja al grupo, y decide hacerse pasar por esclavo, siendo vendido al mismísimo Fjönir, aunque éste no lo reconoce. En la granja, conocerá a Olga (Anya Taylor-Joy), una joven medio bruja. Ambos tramarán acabar con Fjönir y recuperar a la madre de Amleth. Sin embargo, el destino ha trazado planes oscuros para todos…
El director de El faro, presenta a un hombre deseoso de venganza, conocedor de que su destino está trazado por los Dioses, y sin ninguna duda sobre su misión, al contrario de lo que le sucedía al Hamlet de Shakespeare. Eggers muestra, por un lado, la épica a través de la violencia descarnada, salvaje, de la cultura vikinga gracias a largos planos secuencia donde las escenas de acción resultan cautivadoras; por otro, sentimos ese estilo tenebroso, atípico del director, impreso en unos personajes que manifiestan las relaciones tóxicas familiares, aunque deseosos de encontrar el amor. El director de La bruja, sin embargo, alarga el final demasiado, y abusa de sueños oníricos, de toques de trascendencia y de alucinógenos viajes de Amleth hacia la divinidad.
Por encima del personaje tan físico como el de Soren Skarsgard, destacan los trabajos de Nicole Kidman y Anna Taylor- Joy, manipuladoras y enigmáticas al mismo tiempo, que transmiten el potencial dramático de sus personajes.
Un film que, adentrándose en el universo vikingo con grandes dosis de violencia, sangre, y venganza, es capaz también de transmitir la emotividad, la belleza, y trascendencia de una cultura nórdica tan desconocida.