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El euskera en Corella, por Carlos Arellano Goi

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Mucho queda por estudiar sobre la presencia del euskera en la Ribera y más concretamente del legado de la ‘lingua nabarrorum’ en Corella. Cierto es que algunas grietas de la historia evidencian el multilingüismo con presencia del euskera en nuestra Ribera, incluso una vez conquistada Navarra por parte de las tropas castellanas.
En 1540 nos encontramos en Tudela al agricultor Pedro Petillas protestando porque el veterinario oriundo de Zamora que se había instalado en la ciudad tenía serias dificultades para hacerse entender con clientes locales y en ocasiones tenía que utilizar a otros ciudadanos riberos como intérpretes.
Treinta años después, en 1570, el sacerdote de Cintruéngio Juan Semanes encargó y recibió 450 ejemplares de la ‘Doctrina cristiana en castellano y vascuence’. Y en Corella no hay más que repasar nuestra toponimia para advertir la huella euskérica, tal y como recogió Diego Pascual de Eraso.
En los mapas sobreviven impertérritos al polvo y la persecución términos como Tambarria, Guarre (Uharre), Fugenike (Fonike), Olabe, Gurcemai (Egurcemai)…
El renacimiento 
La intención de este artículo es exponer la situación actual del euskera en Corella y su evolución más reciente. Y para ello viajamos al renacimiento cultural que se da a principios del siglo XX a lo largo y ancho de Navarra.
No fue ajeno a esos bríos Corella, que bautizaría a sus primeros clubes futbolísticos de hace un siglo con los nombres de Ergabia o Gaztena, que son dos de los antecesores del Club Deportivo Corellano.
Por todos son conocidos los acontecimientos sucedidos en décadas posteriores y la situación de precariedad en la que quedó la cultura y lengua vasca en Navarra tras cuarenta años de prohibición franquista.
La veda finalmente se abrió al fin a finales de los setenta y numerosos organismos culturales, educativos y sociales, desde el ámbito popular, comenzaron a impulsar la recuperación del euskera. En Corella esta ardua tarea recayó en la Peña Gaztena, dinamizadora de la juventud de la ciudad.
En torno a esta cuadrilla de amigos se fueron tejiendo actividades culturales de impronta navarra y entre ellas no podía faltar la enseñanza del euskera para adultos. Sobre ello ha hecho memoria para este artículo el fundador de la Gaztena y actual parlamentario navarro, Txomin González.
Euskera y olé
Txomin afirma que las zancadillas que han sufrido este año las clases de euskera para adultos en Corella le han hecho rememorar los ochenta. Y es que la intolerancia contra la lengua navarra estaba a la orden del día.
El parlamentario nos regala un billete para viajar en el tiempo: «Nosotros montamos la Peña Gaztena en el año 81 u 82. ¿Que cómo era la peña? Clásica de pueblo: traíamos txarangas a las fiestas, preparábamos actividades socioculturales, organizábamos una semana de proyección de ciclos infantiles de cine en Navidad con el proyector de la Escuela de Artes y programábamos actividades de deporte rural».
«Varios de mis amigos y yo habíamos pertenecido a la Peña Gracurris, pero vimos algunos movimientos conservadores en esta sociedad y decidimos lanzar nuestra propia aventura desde un prisma progresista, euskaltzale y navarro. Y dos o tres años después, en el año 84 u 85, contratamos a una profesora de euskera que vivía en Alfaro», añade.
Txomin sigue: «Solo nos hacía falta un aula para que se impartieran las clases. En el Ayuntamiento nos pidieron que recogiésemos unas firmas, lo hicimos, fuimos al consistorio y nos encontramos en la fila con unas chicas que querían aprender sevillanas».
Lo mejor está por llegar: «En aquella época el alcalde de Corella era Miguel Sanz. Y, por supuesto, se negó a cedernos un aula para aprender euskera. Tuvo que ser Julio Mateos, que era concejal del PSOE en Corella y dirigía el Instituto, el que nos tuvo que habilitar un espacio en el edificio educativo. Eso sí, Sanz sí que dio su autorización para que las chicas aprendieran sevillanas en un edificio público». Olé.
Una vela a Argia
Tras la desaparición de la Peña Gaztena llegaron años en los que el euskera dejó de formar parte de la vida cultura y educativa en Corella. Y desde entonces muchas madres y padres de la ciudad inscribieron a sus hijos en la Ikastola Argia de Fontellas.
Este trayecto por el desierto comenzó a ver el final cuando en 2010 un grupo de vecinos lanzó la Asociación Cultural Tambarria Kultur Elkartea, que apuesta por la cultura navarra en general y el euskera en particular.
Nuestra asociación lleva una década trabajando de forma constante. Lo hacemos fomentando la cultura con eventos de diferente índole; realizando charlas sobre historia; ayudando a formar el grupo Dantzas Tambarria; o promoviendo eventos de danza navarra, mercadillos de productos autóctonos, conciertos, jornadas micológicas, la llegada del Olentzero y algunas actividades que han devuelto la normalización y la enseñanza del euskera para niños y mayores en la ciudad.
Gracias a este trabajo hemos podido apreciar una interesante evolución en esta última década en el ámbito de la enseñanza y presencia en euskera en Corella. Según nos cuenta el secretario de la asociación, Cristóbal Catalán Novo, «en el curso 2015-16 colaboramos para que se lograra primera vez dar la posibilidad a los niños y niñas de Corella tener euskera como asignatura, en el llamado ‘modelo A’. Comenzamos con cinco alumnos/as en educación infantil hasta situarnos ya en el curso 82019-20 en 27 niños y niñas entre la etapa de infantil y primaria».
Catalán recuerda que «en cuando a la enseñanza de adultos de euskera Tambarria cuenta con especial protagonismo gracias a la dinamización y organización de diferentes cursos de forma directa a los que han acudido en los últimos seis años decenas de corellanas y corellanos. También colaboramos en la llegada de AEK, que enseña a diez alumnos por curso, y hemos contribuido a que Gobierno de Navarra subvencione en Corella un curso de enseñanza para adultos que cuenta con casi treinta alumnos». Larga vida a Tambarria. ¡Gracias a todos y a por otros diez años!
Carlos Arellano Goi