Desde el primer día de la constitución de este gobierno, las tres derechas (PP, Ciudadanos y Vox) han hecho todo lo posible por cuestionarlo, desacreditarlo, llegando incluso a considerarlo ilegítimo. El enorme reto que ha supuesto esta pandemia les ha puesto en bandeja la oportunidad de tirar a degüello contra el ejecutivo y así lo han hecho, sobre todo PP y VOX. La técnica de los bulos constantes, el cuestionamiento absoluto de todo lo que se hace, el mercadeo político con los muertos por coronavirus y todo tipo de zancadillas han sustituido a una labor de oposición que, sin renunciar a la crítica, estaba obligada a colaborar en alguna medida para paliar la tragedia.
Ante tal circunstancia, queremos ratificar nuestro apoyo a la gestión de este Gobierno ante esta pandemia nunca antes conocida, desde Batzarre reconocemos las dificultades de afrontar una situación como esta y nos han parecido responsables y acordes a la situación de excepcionalidad que vivimos la mayoría de las decisiones tomadas. Pero este apoyo no nos impide la crítica a determinadas decisiones, tales como la presencia que ha tenido el ejército que de ninguna manera compartimos por ser del todo innecesaria y la negativa a la regularización de los y las inmigrantes residentes en España, entre otras. Ahora bien, tenemos también muy claro que si una situación tan excepcional como la que vivimos fuera gestionada por las derechas de este país (PP, Ciudadanos y Vox) sobra decir que los efectos sociales, políticos y económicos hubieran sido demoledores.
Cierto que el gobierno actual ha expresado su deseo de que nadie se quede atrás y ha adoptado medidas que van en la buena dirección como es el Ingreso Mínimo Vital, los ERTEs y ayudas a autónomos-as, empleadas de hogar etc. pero más allá de las buenas palabras, propuestas, deseos y algunos logros que se podrán alcanzar y que siempre será positivo, vamos a estar lejos de resolver el grueso de las necesidades sociales que surjan. La magnitud de la catástrofe que se nos viene encima, no evitará que con unas previsiones que anuncian un paro por encima del 20%, aumenten las bolsas de pobreza, crezca la marginación, se extienda el trabajo precario, se agrave la insostenible situación de la inmigración, persista la pobreza infantil y se acentúe la carencia de viviendas para las gentes más necesitadas. En definitiva, podemos vaticinar que el deterioro social alcanzará cuotas de una magnitud tal que sobrepasarán a las posibilidades del gobierno por bienintencionado que esté y la extensión de la pobreza será una realidad que no será posible ocultar bajo la alfombra de algunos logros parciales y un buen número de promesas y deseos. Precisamente afrontar esta complicada realidad con todas sus consecuencias será el gran reto de las izquierdas de este país en los años venideros.
Será necesario defender al actual gobierno contra las embestidas de la derecha que trabaja denodadamente en la “tormenta perfecta”, empeñada en que todo vaya a peor porque ve una oportunidad única para provocar la caída de un ejecutivo que denomina despectivamente “socio-comunista”, con el único objetivo de ocupar el poder. Desde Batzarre apoyaremos las propuestas progresistas que ha planteado el gobierno y lo que en este sentido vaya a hacer en adelante y haremos frente, en la medida de nuestras posibilidades, a la ofensiva política de las derechas.
Pero sobre todo, ante la dramática situación actual y futura y más allá de los importantes logros que se puedan alcanzar desde las instancias de los gobiernos estatal y de la Comunidad Foral, la tarea más importante que hoy se nos encomienda a Batzarre y al conjunto de las fuerzas de izquierda es mantener vivas y activas las energías sociales para afrontar una salida digna a una nueva crisis que no ha hecho más que comenzar. Siempre hemos tenido claro donde hemos de colocarnos, pero los tremendos efectos que provoca esta pandemia nos empuja a reforzar nuestras posiciones. Tenemos que estar con los de abajo, con las gentes peor paradas y para ello son dos los espacios de trabajo que habremos de impulsar:
1.- Mantener y aumentar los espacios sociales de solidaridad vecinal que durante el periodo con mayor incertidumbre y confinamiento se pusieron en marcha para cubrir necesidades y cuidados de la ciudadanía que lo necesitaba en numerosos pueblos y barrios. Esta tarea entronca directamente con el trabajo encomiable y generoso de solidaridad y cercanía que se viene realizando de tiempo atrás por personas y colectivos, para responder a las demandas más urgentes y básicas de la población más vulnerable con los bancos de alimentos, colectivos de inmigrantes, grupos contra los desahucios, etc. Un espacio que aumentará notablemente en los tiempos que se avecinan y que cubre una función muy importante para dar cobertura inmediata y sobre el terreno a la población más desasistida.
2.- Al mismo tiempo, tenemos que impulsar la denuncia, mediante la organización y la movilización de los colectivos culturales, sociales, políticos y sindicales (lo que podríamos llamar la “sociedad civil de izquierdas” que es harto diversa y variopinta) para agrupar energías y sostener las demandas frente a la brecha social y las desigualdades generadas por los efectos perversos de la crisis. Hemos compartido el confinamiento y los deseos de cambiar las cosas a mejor desde nuestros balcones, ahora se trata de movernos junt@s para conseguirlo. No caben la pasividad y la espera de que todo nos venga desde arriba, porque no va a ser así. El diálogo y la comunicación entre los colectivos sociales y las instancias de gobierno será necesario y habrá de ser fluido, pero no será suficiente y no podemos confiar exclusivamente en ello. El gobierno, que – no lo olvidemos – recibe presiones por todos los lados, tiene que percibir y atender a las presiones que desde la izquierda se vayan generando, que deberán ser muchas y muy importantes, y para ello el papel de las gentes sensibles y solidarias, los colectivos sociales y la fuerza que se consiga en los espacios mediáticos junto con la movilización en la calle, serán factores determinantes para la obtención de resultados reales.
Tenemos que ser muy conscientes que el trabajo desde la izquierda, en eso que se ha venido a llamar “nueva normalidad”, ha de apuntar hacia un cambio en profundidad del modelo de crecimiento actual, tratando de impedir con todas nuestras fuerzas que la reconstrucción que se inicie, se sostenga en los mismos parámetros actuales (o peores aún) y todo siga con hasta ahora avanzando irremisiblemente por unos derroteros oscuros que se deslizan hacia el abismo, sin salida alguna, porque si no logramos dar un giro a esta andadura estaremos socavando el futuro nuestro y el de las generaciones venideras. El futuro de la humanidad.
Olga Risueño, Patricia Abad e Iñigo Rudi, portavocía de Batzarre