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El Aspil-Vidal vence 3-2 a ElPozo y se lleva el primer punto del playoff

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[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,7,8,9″ ihc_mb_template=»2″]En el deporte, como en la vida, siempre hay segundas oportunidades que te dan la opción de tomarte la revancha, de desquitarte de un mal trago, como el que supuso el ko copero del pasado sábado en Ciudad Real. Al Aspil-Vidal Ribera Navarra FS esta opción de revancha le llegaba esta mañana en el inicio de la eliminatoria del playoff ante ElPozo Murcia, y los naranjas consiguieron ser felices después del cataclismo.

Una alegría provocada porque los de ‘Pato’, física y mentalmente recuperados, volvieron a tener confianza y a ser felices sobre la pista y vencieron por 3-2 a los charcuteros en el primer punto de una eliminatoria que se presumía durísima y que tendrá el Palacio de los Deportes de Murcia como juez y parte. Un 1-0 en la serie que llegó después de un partido que comenzó con respeto por parte de ambos, hasta que una pérdida naranja en la creación, que acabó en un paradón de Gus a Andresito, desató las hostilidades. La respuesta local, en un disparo de Ferran que se envenenó y cuyo rechace mandó Lemine en boca de gol al palo, fue inmediata, pero las aguas volvieron a su cauce con ambos equipos indemnes, como ilesos salieron del siguiente ‘arrebato’. Una pérdida de Gus acabó en un disparo de ElPozo que se marchó fuera y, de nuevo acto seguido, Sergio tuvo el 1-0 tras un saque de esquina, pero Fede se le echó muy encima.

El partido tenía arreones y el dominio era alterno, pero los minutos pasaban espesos y sin mucha claridad de ideas hasta que se desató la tormenta naranja. Duró 90 segundos y tuvo como ingrediente a la fortuna, ya que el Ribera se puso 2-0, como se podría haber puesto 0-2. Y es que, en la jugada anterior al 1-0, entre Gus, los defensas y la mala puntería de Andresito, que envió el balón fuera sin portero, evitaron el tanto murciano. En la siguiente jugada, David mandó un pase magistral desde la media pista al segundo palo, donde apareció Sergio para, con su zurda, adelantar a los naranjas. Quedaba 1:37 para el descanso, y ElPozo tuvo el empate en un disparo de Fernando que se estrelló en el larguero. La respuesta naranja, de nuevo, acabó en gol. Fue en una rápida salida de Gus, que cruzó el medio campo y le envió el balón a Sepe, que puso el esférico al segundo palo con con pase tan fuerte como medido que fue a la bota de Lucas, que anotó el 2-0 a 13 segundos para el descanso.

El Aspil supo sufrir
Con la dinámica positiva del desenlace de la primear parte, los riberos volvieron a la pista azul con los mismos ánimos y la confianza más alta, todavía. Tanta que, tras a encajar el 2-1 de penalti, los riberos se crecieron ante el castigo y se vinieron muy arriba. Pazos, tras una dejada de Ferran, pegó un trallazo al larguero, y luego fue el catalán el que rozó el tanto con una chilena, primero, y luego con un disparo al palo. El equipo se encontraba a gusto sobre la pista, sobre la que ponía una grandísima intensidad que comenzaba a superar a ElPozo. Las llegadas se sucedían, pero el tanto se hizo de rogar hasta que lo logró Ferran en una jugada que comenzó a gestar Pazos molestando a su par y continuó gracias a Lemine, autor del robo de balón y de la asistencia al catalán.
Por delante, nueve minutos. Una eternidad que se hizo más larga a falta de 4:34 cuando Miguelín se vistió de portero-jugador. La primera defensa fue buena pero, en la segunda, un desajuste permitió que Álex anotara el 3-2 con un punterazo que entró pegado al palo.

Por delante, más de tres minutos. El Aspil defendía bien y tenía alguna ocasión, pero no remataba el partido y sufría. ElPozo movía la pelota, pero no generaba excesivo peligro. Y, junto a todo ello, el inmenso ruido de los incondicionales naranjas.

Los segundos pasaban lentos y, de repente, cuando apenas quedaban 15, el tiempo se paró. Un balón mordido salió de una bota de los murcianos y, dando tumbos, superó a toda la defensa y al propio Gus. Por un segundo, el pabellón emudeció presagiando lo peor. Pero la suerte le volvió a sonreír al Aspil y ese balón, que le habría condenado a una tortuosa prórroga, rebotó en el poste para júbilo de la afición y los jugadores, que lo celebraron como si de un gol se tratara. En realidad, fue mucho más importante. El partido murió ahí y la Caldera, que empujó a los suyos hasta el 1-0 en la eliminatoria, gritó como sólo se grita con la felicidad que provocan las agonías terminadas con una sonrisa.

Y, después de 40 minutos, el sueño del Ribera en el playoff sigue más vivo que nunca. Y, al final, los sueños son los que hacen que la vida sea interesante.

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