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La actual alcaldesa de Castejón viene teniendo la desacertada costumbre de utilizar expresiones alarmistas y catastrofistas para describir la situación económica del ayuntamiento, haciéndose la sorprendida desde que accedió a la alcaldía, cuando la realidad es que ya llevaba ocho años en la oposición de Concejala, los últimos cuatro de portavoz de su grupo municipal.

Cuanto menos parece gracioso que en ocho años no se haya enterado de nada. Como excusa, suele aludir también al comodín de la falta de transparencia. Bueno, no hace falta más que acudir a los expedientes de Comisiones y Plenos, sobre todo a sus actas, a las publicaciones de presupuestos, notas de prensa y procesos de participación ciudadana sobre los propios presupuestos del ayuntamiento de los ocho años de gobiernos de IU para comprobar que esto es totalmente falso. Estrategia al puro estilo regionalista, vista en algún ayuntamiento vecino, para tapar, a nuestro juicio, la nula capacidad de gestión demostrada y, de paso, aprovechar para criticar la gestión de IU de los últimos ocho años. Por el camino, miente, que algo queda.

La última que nos ha regalado en una nota de prensa falsa en sus argumentos sobre el campo de fútbol es que estamos en una «economía de guerra». Y decimos falsa, porque ni la propuesta que vende es suya, sino del C.D. Castejón, ni la situación económica del ayuntamiento es «de guerra». Pues bien, si vale para devolverle un poco a la realidad, valorar la gestión y el esfuerzo realizado por IU y, de paso, contestar públicamente a sus palabras, le daremos algunos datos.

Economía de guerra es entrar a un ayuntamiento en 2015 que contaba con un presupuesto de 5,4 millones de euros, una deuda que ascendía a los 7,9 millones de euros y que pagaba casi 130.000€ anuales de intereses a los bancos. Volvemos a recordar, deuda que no generó IU, como pretende convencer UPN. Quien la generó fue el PSN de Castejón.

Economía de guerra es pasar dos durísimos años de pandemia, del 2020 al 2022, con un sobre coste continuo en servicios públicos y suministros para hacer frente a la crisis sanitaria, de casi 200.000€ al año cuando ese dinero ni lo teníamos ni sabíamos de dónde sacarlo.

Economía de guerra es vivir en 2022 y 2023 las impredecibles consecuencias de un espeluznante incremento de las facturas de los suministros públicos de luz y gas del ayuntamiento de hasta un 400% más y tener que hacer equilibrismos económicos para no dejar de pagar nóminas y servicios públicos esenciales.

Economía de guerra es soportar la inestabilidad derivada de las consecuencias del brutal incremento del IPC en los años 2022 y 2023 derivado de la inflación, consecuencia de la guerra en Ucrania, o eso dicen, que supuso un importantísimo e inesperado aumento de los costes de los contratos de servicios y suministros públicos.

Economía de guerra es sufrir el cierre de las piscinas por un capricho empresarial de la anterior gestora de las piscinas y tener que dar una solución excepcional y extraordinaria en tiempo récord, que fuera legal, y salva guardara de la mejor forma posible los intereses del ayuntamiento y garantizará la prestación del servicio.

Esto sí fue vivir y gestionar una economía de guerra y no lo de ahora. Y lo hicimos intentando gestionar lo mejor que pudimos y supimos y no lamentándonos por las esquinas y pidiendo que los problemas nos los solucionara el Gobierno de Navarra sin mover un dedo. Lo hicimos, además, gestionando desde la solidaridad hacia las personas más desfavorecidas y manteniendo unas tasas y precios públicos accesibles a todas las personas a la vez que mejorábamos la calidad de los servicios públicos que el Ayuntamiento proporciona y mejorando las condiciones laborales de las personas que los prestan.

Entrar (gracias a dos tránsfugas) en 2023 a gestionar un ayuntamiento que ha disminuido en 5 millones de euros la deuda, pagando miles de euros menos de intereses al año a los bancos, que ha aumentado en más de 3 millones el presupuesto, con 362.000€ de remanente positivo de tesorería, con casi 800.000€ en las cuentas del ayuntamiento y con más de 600.000€ de financiación externa conseguida para inversiones (pavimentación, redes y alumbrado público de la calle Raimundo Lanas, ampliación cubierta patio colegio y sustitución aparato aire acondicionado Residencia), es el escenario que les dejamos IU. Este y no otro. Mucho mejor, sin duda, que el que nosotros y nosotras nos encontramos. Algo habrá tenido que ver nuestra gestión. ¿De qué se queja UPN y la actual alcaldesa? Ya nos hubiera gustado haber encontrado un ayuntamiento la mitad «de mal» de cómo lo dejamos IU.

Un año después de su llegada a la Alcaldía, UPN debe asumir su responsabilidad y empezar a gestionar el Ayuntamiento de Castejón. La primera decisión que tomó la alcaldesa en el ayuntamiento fue subirse el sueldo un 30% sobre el que percibía el anterior alcalde y ahora, a cada solicitud de las vecinas y vecinos de Castejón, la respuesta de la alcaldesa es que lo tiene que resolver el Gobierno de Navarra porque el ayuntamiento está muy mal y no hay dinero mientras sube de manera desproporcionada las tasas de la residencia y del SAD, las de las piscinas y en el último Pleno las de la Escuela de Música. IU seguiremos defendiendo nuestra gestión y combatiendo la manipulación y la desinformación con datos.

Asamblea Local de Izquierda Unida de Castejón