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Deshumanización

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Desde que un grupo de monos se decidió a bajar de los árboles para habitar en cuevas -Darwin dixit- se inició un notable proceso evolutivo, por el que los macacos se convirtieron en australopithecus, y estos, a su vez, en homo sapiens, que alcanzaron logros tan maravillosos como la capacidad de comunicarse mediante la palabra e iniciando sus particulares Historias por medio de la escritura.

No sabemos si dentro de unos años el homo sapiens habrá evolucionado hacia una nueva especie (que bien podría llamarse homo stultus, o sea “tontodelculo”), pero parece ser que esa es la tendencia. La ciencia ficción hace ya tiempo que acuñó el término cyborg, refiriéndose a “una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos​ generalmente con la intención de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología”. La idea en principio tenía buena pinta, pero se ocultaba la parte negativa, esa parte “guerrera” que se fue instalando en el ADN de los nuevos homínidos, haciéndolos cada vez más xenófobos (tipo Torra) y aniquiladores (tipo Trump).

De momento, los dispositivos cibernéticos son externos y caben en los smartphone, a los que se dotan de ilimitadas app que nos “facilitan la vida”, pero que anulan no pocas capacidades cognitivas, sobre todo la capacidad de pensar. Aplicaciones que deciden por nosotros o máquinas de combate que pueden organizarse y atacar por sí solas, son algunos ejemplos del avance que el ser humano ha conseguido en el campo de la mal llamada inteligencia artificial. No es de extrañar que el “síndrome de abstinencia” producido por el teléfono perdido, olvidado o sin batería sea una de las nuevas enfermedades, que llegan a desembocan en el suicidio.

Si se cumplen los pronósticos que Toynbee predijo en su estudio sobre los “ciclos históricos” o la “Teoria de la Matemática de la Historia” que formuló Alexandre Deulofeu, la humanidad va camino de su autodestrucción. Y no serán necesarias armas atómicas a lo bestia, al estilo de aquella infame “Little Boy” de Hiroshima, sino que bastará con hacer caer las conexiones a Internet o meterles un virus de destrucción total, que haberlos haylos. No son pocas las voces que ya apuntan a la posibilidad de un “apocalipsis tecnológico”. “Redes neuronales, robótica, algoritmos genéticos, sistemas expertos y agentes inteligentes, son algunos de los conceptos extraordinarios que impresionan por lo desconocido y peligroso que nos puedan parecer”.

Unos de los últimos artilugios inventados es un bolígrafo que vibra cuando el usuario comete una falta ortográfica. Me da la impresión de que mucha gente no lo podrá soportar porque tendrá la mano continuamente en “modo vibración”. Pero lo peor es que cuando dispongamos del dichoso dispositivo, acabaremos con nuestra propia Historia, pues, al tener que escribir con boli normal o simplemente teclear en móviles, tablets u ordenadores, no habrá hijo de madre que HENTIENDANA DELO HESKRITO.