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Desasosiego, por Pepe Alfaro


Ahora que ya han terminado las últimas elecciones que teníamos, de momento, pendientes, sólo nos queda esperar cuál es el siguiente motivo político a inventar para que el desasosiego no cese entre la gente de a pie.

Porque no es bueno esperar a que se cumpla el tiempo para convocar unas nuevas elecciones, sean municipales, autonómicas, nacionales o europeas. Y existen muchos medios para acortar esos plazos, con el fin de que salga elegido, de una vez por todas, nuestro partido. No cabe duda de que nuestro partido es el mejor. Y, para lograrlo, es justo y necesario convocar manifestaciones, poner en función la maquinaria de bulos en los medios y las redes sociales, multiplicar los insultos y presentar denuncias contra los otros, aunque no haya pruebas, pues en estos momentos se ha institucionalizado el dicho de que “se es culpable, mientras no se demuestre lo contrario”.

Si no se hace esto, se corre el peligro de que la gente se acomode y, peor todavía, que llegue a acuerdos. Y todo conformismo conduce al caos. Es lo peor que le puede suceder a la sociedad en general, pues esto llevaría, entre otros males, a acabar con las guerras y, consecuentemente, con las fábricas armamentísticas, tan necesarias para mantener numerosísimos puestos de trabajo.

Estamos en puertas del verano y la gente, con harto grado de inconsciencia, acostumbra a planificar vacaciones, olvidándose que lo importante es que nuestro partido gane en cualquiera de los ámbitos de poder. La vida ha cambiado y ahora “lo importante es el fin y no los medios”. Por desgracia, siempre queda gente peligrosa que invoca a la Ética como manera de conducta. En fin, gente que no evoluciona, manteniendo su “trasnochada” dignidad por encima de todo.

Por favor, dejen de pensar. Nada hay más reaccionario que el pensamiento libre que las Filosofías no han dejado de valorar a través de los siglos. Es mucho más fácil seguir las consignas de “los nuestros”. Aunque no sea más que por cuestión de rentabilidad, pues es suficiente con que piensen algunos pocos. Además, si todo el mundo se dedica a pensar, la economía irá en declive. Aldous Huxley ya nos mostró el camino. El único camino para evitar tanto desasosiego y conseguir definitivamente la máxima aspiración humana: “Un mundo feliz”.