La conjunción de una nueva crisis del petróleo que podría elevar los precios hasta los 100 dólares aunado con la excesiva fortaleza del dólar, podría provocar una ciclogénesis económica de resultados imprevisibles.
Los principales países desarrollados cuentan con reservas estratégicas de petróleo que destinan exclusivamente para uso en situaciones críticas para garantizar el consumo interno durante un par de meses, pero según el Departamento de Energía de EEUU, las reservas en dicho país habrían sufrido un brutal descenso del 20%.
Asimismo, los inventarios mundiales habrían sufrido una caída en el segundo trimestre de 57 millones de barriles en los inventarios mundiales, lo que aunado con el recorte de producción pactado entre Rusia y la OPEP hasta finales del 2024 y la falta de resolución del contencioso iraní, han provocado un déficit diario de 1´5 millones de barriles al día en el 2023 y una peligrosa «ansiedad de oferta» para incrementar los inventarios de los países, originando la escalada del crudo Brent hasta los 90 $ el barril.
Ello, aunado con un aumento de la demanda energética mundial cercana a 1,5 millones de barriles al año, una peligrosa caída de la producción en países como Venezuela y posibles disrupciones en el bombeo de países inestables como Niger, Nigeria y Libia y la ausencia en el mercado del crudo iraní, conllevará un peligroso incremento de los precios del crudo.
Así, la escalada del crudo hasta los 100 $ tendría como efecto colateral el aumento de las tasas de inflación en EEUU y la UE, el consecuente incremento del precio del dinero por parte de los Bancos Centrales y la subsiguiente asfixia económica de incontables países con una Deuda Pública estratosférica, lo que aunado con el estancamiento económico que se avecina en economías tractoras como EEUU, UE y China terminaría por dibujar un escenario de estanflación secular en la economía mundial.
Por estanflación se entiende la suma de una inflación desbocada y un escenario de recesión económica (una economía entra en recesión técnica después de dos trimestres de caídas consecutivas del PIB nacional según el FMI) y es un término acuñado en 1965 por el entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod, que utilizó la palabra stagflation en un discurso ante el Parlamento británico.
Se trata de una de las más peligrosas combinaciones para la economía ya que ambos elementos distorsionan el mercado y la terapia de choque para combatir el estancamiento económico tiene como efecto secundario el incremento de la inflación. Así, para incentivar el consumo y salir de la recesión se requieren terapias basadas en la expansión fiscal y monetaria, medidas que a su vez generan más inflación, lo que al final deviene en un círculo explosivo pues conlleva incrementos del precio del dinero por parte de los bancos centrales que provocarán la asfixia económica de incontables países con una deuda pública estratosférica.
Por otra parte, en América Latina, la contracción de la demanda mundial de materias provocará el estrangulamiento de sus exportaciones y la depreciación generalizada de sus monedas debido a la fortaleza del dólar, lo que se traducirá en aumentos de los costes de producción, pérdida de competitividad, tasas de inflación desbocadas e incrementos espectaculares de la Deuda Exterior.
Así, según la Directora Gerente del FMI, Lagarde, “la fortaleza del dólar junto con la debilidad de los precios de los productos crea riesgos para los balances y financiación de los países deudores en dólares”, de lo que se deduce que las economías de América Latina y Caribe estarán más expuestas a una posible apreciación del dólar y la reversión de los flujos de capital asociado, pudiendo revivirse la Década Perdida de 1980.
Germán Gorraiz López, analista