[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,7,8,9″ ihc_mb_template=»2″ ]“De Cortes me llevo a su gente, que es lo más importante, me llevo rostros, vivencias, experiencias, contactos y eso es algo muy grande porque he ido descubriendo toda la vivencia social y cultural de todo el pueblo”. Con estas palabras resume José Ignacio Larragueta Turrillas cómo han sido sus cinco años al frente de la parroquia San Juan Bautista de Cortes. A primeros del próximo mes de agosto abandonará la localidad ribera para seguir ejerciendo su labor pastoral en Tafalla.
En su despedida, a través de LA VOZ, solo tiene palabras de elogio para los cortesinos. “Desde que llegué a Cortes sentí que los vecinos querían que el cura estuviera agusto entre ellos y lo expresaban de una forma natural. Me he encontrado gente muy acogedora, eso es muy grande y me ha resultado muy estimulante”, confiesa, a la vez que tiene palabras de cariño para los jóvenes. “Tienen grandes valores, pese a que viven tiempos convulsos y con grandes incertidumbres”.
José Ignacio Larragueta muestra su admiración por la implicación de los vecinos con su historia, su cultura y tradiciones. “Durante este tiempo me ha impactado mucho, y para bien, todo lo que supone ver a la gente volcada en su Castillo, en un paloteado muy preparado y querido, un Belén en Navidad que está muy bien organizado y con una implicación de un grupo muy numeroso de personas. Estos son algunos ejemplos, pero se pueden poner más. He visto muchas cosas, mucha labor de grupo, mucha unión, pero lo más importante para mí, son las personas, los rostros y las vivencias junto a ellas”, insiste.
El párroco reconoce que la decisión de su marcha fue costosa y dura, “tuve que valorar muchos aspectos”, indica con tristeza.
José Ignacio Larragueta Turrillas, a sus 44 años, deja una huella imborrable en Cortes, pueblo que siempre llevará en su corazón. “Gracias Cortes. No han sido muchos años aquí, pero ha sido un tiempo, una vivencia, y hay mucho cariño expresado y recibido”.[/ihc-hide-content]