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Corella rindió homenaje este domingo a las víctimas que está ocasionando la pandemia de la enfermedad del coronavirus en un emotivo homenaje en el que tomaron parte familiares que han perdido a sus seres queridos durante estos meses y a los que se recordará con un monolítico alzado en el parque del cementerio que dará paso en un futuro próximo al Paseo de los Olmos que se creará en esta zona de la localidad ribera. Un detalle con los vecinos que han sufrido de manera más directa los efectos de la pandemia, «con los que compartimos el dolor de las historias vividas y de las vidas que se han visto afectadas y quebradas por la pandemia», ha señalado el alcalde, Gorka García Izal.
El acto, organizado desde el ayuntamiento de Corella, ha querido ser además un reconocimiento a toda la sociedad corellana, como ha destacado García. «Siento un enorme agradecimiento al ver el esfuerzo, valor y ejemplaridad de los servicios de atención sanitaria, servicios municipales, fuerzas de seguridad, educación, voluntarios del banco de alimentos, personal del ayuntamiento y de la residencia servicio, los servicios sociales, comercios, alimentación, reponedores, y conductores de transporte público y privado, hostelería, empleados de comercio, de nuestras empresas, de la construcción, todos los que conforman nuestra ciudad han demostrado estar a la altura de las circunstancias y un valor humano incalculable pese a la dureza de la realidad». A todos ellos ha demandado que no pierdan esta solidaridad y ejemplaridad demostrada. «Continuamos necesitando del esfuerzo, humanidad, generosidad y responsabilidad de todos y de todas. Esta crisis no ha acabado todavía pero estoy seguro de que con el esfuerzo de todos, juntos saldremos adelante».
Familiares de las víctimas
En nombre de las familias que han sufrido los efectos de la pandemia de manera más directa ha hablado José Antonio Delgado, que agradeció la iniciativa del ayuntamiento para recordar «la huella de lo vivido por muchas familias corellanas en este fatídico año 2020 a causa de la pandemia de Covid-19. Creo que nadie es ajeno a la enfermedad del coronavirus, y todas las personas la hemos padecido de una manera u otra, fallecimiento de familiares, contagios más o menos graves y situaciones que aún no habiendo tenido contacto con la enfermedad, han supuesto un sufrimiento extra al no poder contar con el apoyo de familiares y amigos a causa del confinamiento».
Delgado ha querido tener un recuerdo especial hacia los más mayores que se ha llevado la pandemia, «aquellos que lucharon por que las nuevas generaciones tuviéramos un futuro mejor» y por ellos y por todos ha exigido la responsabilidad y eficacia que se espera de los representantes políticos. «Nuestros gobernantes son quienes tienen y deben adquirir un compromiso y liderazgo serio y veraz de que vamos a salir más fortalecidos de esta. Este virus es un gran traidor, nos ha atacado por la espalda y nos ha cogido a todas luces, desprevenidos y desprovistos de las fórmulas para hacerle frente. Tal vez sean estos los motivos que provocaron la improvisación y la inoperancia. Por ello es necesaria la aplicación de la palabra diálogo, en la clase política de este país. Que se pongan de una vez por todas a remar en la misma dirección, a proponer medidas que palien tanto dolor y tanto sufrimiento a nivel personal, a nivel laboral y que a todos los niveles de la vida ha provocado la enfermedad del Covid-19»,ha reclamado.
Muy distintas han sido sus palabras hacia los profesionales de las fuerzas de seguridad, los sanitarios, las personas responsables y los y las trabajadoras de residencias de mayores, trabajadores y trabajadoras de comercios y empresas que han cubierto los servicios esenciales a pesar de no disponer de los medios necesarios en todo momento. «Han luchado por los nuestros, han luchado por nosotros, han puesto en peligro sus vidas y las de sus allegados. Han actuado con una profesionalidad exquisita, digna de admiración. Para ellos pido un aplauso y un reconocimiento por parte de todos», ha concluido Delgado.
Ainhoa Gil, directora del hogar residencia San José de Corella: «Todos hemos sentido miedo, incertidumbre y preocupación»
Ainhoa Gil, directora de la residencia hogar San José de Corella ha reconocido que lo vivido por la sociedad española en general y los centros residenciales en particular «son posiblemente uno de los momentos más difíciles en su historia. Una dura batalla que acaba de comenzar y a la que a la pérdida de vidas humanas se suma la caída de la economía y el deterioro de la salud y calidad de vida de parte de la población, principalmente de las personas mayores».
La directora del hogar residencia San José, ha reconocido que todos los que han estado al frente de la gestión de la crisis en la localidad han sentido miedo, incertidumbre y preocupación. «Ha habido que trabajar con entrega, unión y compromiso. Cada uno de los profesionales que conforman los servicios municipales nos unimos por un objetivo común: tomar las medidas de prevención necesarias para sobretodo garantizar la salud y seguridad de los corellanos y corellanas. Me consta que así ha sido. Todas y cada una de estas personas han demostrado una gran profesionalidad y han sabido estar a la altura de tan duras circunstancias. El miedo inicial se ha transformado en fuerza, unión y confianza. claves de este gran equipo del cual me siento muy agradecida y enormemente orgullosa».
Montse Segura, enfermera del Hospital Reina Sofía: «Yo no he perdido a nadie, y los he perdido a todos»
Sin duda el testimonio más emocionante del acto lo puso la enfermera corellana Montse Segura, una de las profesionales que atiende el servicio de hemodiálisis en el Hospital «Reina Sofía» y que fue una de las profesionales que se reubicaron en la UCI, donde había trabajado años atrás, para atender a las víctimas más graves de la pandemia.
Su relato fue un baño de realidad ante la actitud con la que parte de la sociedad ha decidido vivir en esta «nueva normalidad». «Yo no he perdido a nadie y los he perdido a todos. Estuve 45 días trabajando en la UCI en unas condiciones muy difíciles de soportar, tanto física como anímicamente. Mis compañeras y compañeros nos dejábamos la piel literalmente. Por un lado estaban esas batas y gafas infernales que nos marcaban la cara durante horas. Por otro lado, nos dejamos algo peor, el alma. Fue duro, muy duro, despedir a tanta gente que se fue sin un adiós de los suyos. Aún estando agotados y ellos sedados les leíamos los mensajes que sus familias les mandaban, les poníamos audios al oído que nos enviaban sus allegados y no nos faltaba un ¡venga Óscar, que vas a ser abuelo y tienes que conocer a Gonzalo! o ¡vamos, Gloria, que tu hija te espera en casa!. También celebramos un cumpleaños como el de Víctor, que seguro que en sus sueños aparecerán unos marcianos que le cantaban el cumpleaños feliz y así día tras día. Terminábamos el turno derrotados cuando moría alguien o llenos de alegría cuando algún paciente subía a planta y nos arrancábamos a aplaudirle por haber ganado la batalla. Espero y deseo con todas mis fuerzas que no vuelva a ocurrir, que nadie tenga que pasar por esto otra vez. Nos hemos relajado. Ahora hay algunas medicinas que parecen funcionar y se conoce un poco más cómo afecta el virus a nuestro cuerpo. Pero el bicho, está aquí y sigue matando. No bajéis la guardia. Protegeros y protegernos. Cumplir con las normas porque muchas vidas van en ello. Si no tenemos vida, no tenemos nada y sólo tenemos una».
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