Muchas personas tienen, creo que debo decir “tenemos”, un día loco en el que de buenas a primeras nos vienen ganas de ir de compras a alguna capital cercana. Y sin encomendarnos a Dios ni al diablo tomamos un tren, o puede que cojamos el coche, carguemos con la parte de la familia que ese día, un sábado generalmente, está libre, y nos larguemos carretera adelante, soñando en comprar algo maravilloso, comer por ahí y pasar un día tranquilo. Aunque muchas veces la realidad suele terminar de modo distinto: no hallamos nada interesante, nos aburrimos, y terminamos comprando algo que no necesitábamos.
Por si fuera poco, es posible que la comida resulte mucho menos relajante de lo que habíamos imaginado: a lo mejor hay mucha gente y hemos de esperar turno, lo cual nos produce ya una cierta ansiedad. Cuando por fin el maître nos conduce ceremoniosamente hasta la mesa, puede que nos atienda un camarero apresurado el cual, inconscientemente, nos pegará su prisa y comeremos con la inquietud de acabar cuanto antes. Quizá ocurra, además, que la carne no esté a nuestro gusto y que el vino sea demasiado caro. A ver si otra vez tenemos más suerte, pensamos ya en la autopista de vuelta para casa, o pegados a la ventanilla del tren, viendo correr los árboles del paisaje mientras hacemos quizá un nuevo plan.
Muchas veces tenemos un día loco en el que, de buenas a primeras, nos vienen ganas de ir de compras a alguna capital cercana
Claro que también existe otra posibilidad. Cuando nos venga otro día loco, podemos decidirnos a buscar por los comercios tudelanos, donde es muy posible que encontremos lo mismo que en cualquier otra parte. Y si se nos ha hecho tarde por las compras, al medio día podremos comer en alguno de nuestros restaurantes sin que hayamos de guardar cola.
Si consideramos que nos hemos ahorrado doscientos o trescientos kilómetros de carretera, el aparcamiento, la autopista muchas veces, tres horas de viaje y unos cuantos euros de la comida, comprobaremos que hemos salido beneficiados en tiempo, dinero y tranquilidad. No quiero decir que no vayamos a comprar fuera, porque hay ocasiones en que es prácticamente necesario, pero sí que lo hagamos en Tudela siempre que podamos. Pasaremos un día mucho más relajado y dejaremos un pequeño beneficio entre nuestros paisanos, lo cual es bueno para todos. Pues como dice el refrán: “Compra en casa, vende en casa y harás casa”
Alfonso Verdoy