César Heredero ha sido uno de los miles de profesionales de los cuerpos de seguridad del Estado que han estado velando por el cumplimiento de las distintas normas que se han ido sucediendo a lo largo del año y que han ocasionado notables cambios en nuestra forma de vida y en el modo relacionarnos.
Con una experiencia de 16 años en el Cuerpo Nacional de Policía y después de asistir a todo tipo de sucesos, este agente que ha representado en la polic0ía española en campeonatos internacionales de ciclismo logrando dos subcampeonatos de Europa en contrarreloj, reconoce que poco o nada podía imaginar a lo que nos iba a tocar enfrentarnos como sociedad. «Pasamos unos primeros días de absoluto desconocimiento. No sabíamos a qué nos enfrentábamos y la información a veces era bastante confusa, por lo que hemos desarrollando nuestro trabajo tratando de ser muy didácticos con la ciudadanía ante el desconcierto general», recuerda.
Así, cada noche, el agente se ha hecho todo un experto en normativas, repasando protocolos y decretos para estar actualizado y poder transmitirlo trasmitirlo al ciudadano «algo que todavía sigo haciendo», reconoce. Pese a todo, considera que, en general, se ha actuado con mucho sentido común y no duda en felicitar a la gran mayoría de la ciudadanía que, asegura, «han demostrado un comportamiento ejemplar. Puedo decir que para sanción se ha propuesto a auténticos cara duras que con sus actos han demostrado una falta de respeto absoluta hacia el resto de ciudadanos».
A nivel profesional la experiencia de estos meses le dejan el reconocimiento y el respeto de la gente, «de todos los que ven a la Policía como realmente lo que es, un servicio público y a unas personas que visten un uniforme, muchos de ellos de manera vocacional como es mi caso, y que llegado el caso son los que le van a ayudar a él y a su familia en una situación de riesgo. Obviamente el trabajo policial es como la vida misma, nunca tienes a todo el mundo contento», señala.
A nivel personal, como a muchos profesionales, le queda la sensación de haber tenido que salir a la calle muchas veces sin los medios adecuados para enfrentarse a una situación de pandemia. «Ha sido duro. En casa estábamos esperando nuestra segunda hija y mi mujer tenía un embarazo de riesgo. Tenía pánico de llevar el virus a casa», confiesa.
Tras las últimas noticias que se han ido conociendo este final de año, Heredero se muestra optimista de cara el futuro. «Ahora se ve más cerca el final del túnel, pero no se debe caer en la relajación. Yo creo que el mensaje para Navidades y hasta que llegue la ansiada vacuna, no puede ser otro que repetir una vez más lo de estos meses. Cuidarse mucho, ser respetuosos con nuestros mayores y cumplir con las medidas de protección», concluye.
«Hay una pérdida de valores tremenda»
La experiencia le lleva a reflexionar sobre nuestro papel como sociedad. «Personalmente creo que antes de la pandemia, la sociedad en general llevaba una deriva bastante considerable con una pérdida de valores tremenda y lo que ha hecho el virus es acrecentar ciertos comportamientos. Sigue sin entrarme en la cabeza que un adolescente no piense en sus abuelos ancianos y este de botellón el día antes de ir a comer con ellos, o que una persona acabe en un calabozo por no querer ponerse una simple mascarilla y resistirse a una actuación policial. Las cosas son sencillas pero y algunos se empeñan en complicarse la vida», lamenta.
Estos meses de trabajo en la calle le han dejado muchas imágenes y momentos. Unos para olvidar, otros que no se olvidan. Entre los peores, asegura, «el recuerdo una tarde en la que iba a trabajar y por la autopista solo me cruzaba coches de funerarias». Para superarla «los cientos de niños dándote las gracias desde casa. Se que ha sido muy duro para ellos porque yo lo he vivido también en casa con una niña de cuatro años». También destaca detalles como los que han llevado a cabo sus compañeros del SUP en Navarra, profesionales del sector del motor como Nurio Timoteo, de Vintage Car Paint, que desinfectaba los vehículos policiales o Jairo Crespo que desde Makers Tudela hicieron pantallas protectoras, «gestos que emocionan», reconoce Heredero.