El cementerio de cristal, ultima novela de Carlos Aurensanz
Carlos Aurensaz regresa a las librerías con "El Cementerio de Cristal"
-- Publicidad --

[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,7,8,9″ ihc_mb_template=»2″ ]

Carlos Aurensanz se mueve estos días entre entrevistas y presentaciones para hablar de su última novela, El cementerio de cristal. En sus páginas el escritor tudelano vuelve a sumergirse en un pasado reciente para relatar la historia de dos jóvenes separados por los abismos que ocasionan las guerras, un trabajo en el que Aurensanz vuelve a enganchar al lector con su narrativa al mismo tiempo que desempolva algunas historias que alguien quiso dejar apartadas en el rincón del olvido.

Han pasado 15 años desde la aparición de «Banu Qasi, los hijos de Casio». Su narrativa, reconoce, ha cambiado pero sigue manteniendo intacta la capacidad de compartir historias capaces de atraer al lector y satisfacer a una legión de seguidores que espera el lanzamiento de cada novela. «Tener a gente esperando a qué publiques una nueva novela y que a los dos días de su publicación te digan que ya se la han leído es algo que no podía imaginar cuando empecé a escribir», asegura.

«La fuga de San Cristobal era una historia
en la que me apetecía profundizar»

Aurensanz reconoce que El Cementerio de cristal surge de la necesidad de compartir esa historia que ha habido que desempolvar, la fuga masiva que se produjo en el penal de San Cristobal, un hecho que se encontró en el proceso documental que llevó a cabo para escribir La Puerta Pintada. «Ahí había una historia en la que me apetecía profundizar, con unos tintes dramáticos tremendos y que me apetecía contar», reconoce.

En sus páginas, el escritor traslada al lector a las calles de Puente Real, trasunto de Tudela, en el año 36, poco antes del inicio de la Guerra Civil, donde Joaquín, que estudia Derecho en Madrid, y Ana María, que termina sus estudios de magisterio, viven su particular historia de amor. «Ninguno imagina lo que les se les viene encima y cómo les van a destrozar sus planes de futuro, de vida y cómo la contienda zarandea de manera inmisericorde sus vidas y las de su entorno», avanza.

Pese a los marcados tintes dramáticos de la historia, Aurensanz confiesa que en la narración ha tratado de evitar profundizar en la realidad que se vivía en la cárcel de San Cristobal para poner el foco en cómo la vida trataba de abrirse paso durante todos aquellos años a través de la historia de sus jóvenes protagonistas. El cierre del penal en 1942 pone fin a la narración pero el autor ha querido ir más allá hasta entroncar con  2006, momento en el que, recuerda, se redescubre el cementerio que se construyó en las laderas del monte Ezkaba.

«Sigue habiendo dificultades simplemente
para entrar en el penal y conocer cómo es»

Aurensanz reconoce que pese al tiempo que ha transcurrido no ha sido fácil reconstruir muchas partes de esta historia. «Para empezar San Cristobal sigue siendo un recinto que no es accesible porque está bajo la jurisdicción del Ejército y hay muchísimas dificultades simplemente para entrar en el penal y conocer cómo es. Evidentemente es una historia que se aún se desconoce. La fuga de 800 presos de una cárcel en un incipiente régimen franquista se trató de ocultar de todas las formas posibles, aunque hemos tenido la suerte de que de que llegamos a tiempo de rescatar el testimonio de de 20 o 30 presos que permanecieron allí».

También defiende la necesidad de sacar a la luz estos acontecimientos. «Yo creo que este país con la transición ha pasado página, pero una cosa no excluye lo otra. Saber lo que ocurrió es algo absolutamente importante porque en las generaciones posteriores hay déficit de conocimiento de nuestra historia reciente», reivindica.

Su pequeña aportación es esta historia a la que se pueden poner muchos matices, reconoce, ya que no se centra en hechos concretos sino en el contexto en el que se produjo la fuga de San Cristobal.

«La historia es un pequeño homenaje para recuperar la memoria de toda aquella gente que no solo sufrió las condenas en sí mismos»

Ante todo, explica, «El cementerio de cristal es una historia que quiere recuperar recuperar la memoria de aquellos miles de presos los que estuvieron allí, encerrados en unas condiciones infrahumanas. Hacer un pequeño homenaje para recuperar la memoria de toda aquella gente que no solo sufrió las condenas en sí mismos, sino que afectaron a todo su entorno. Hijos, mujeres, hermanos, padres y madres que veían cómo eran arrancados de la familia simplemente por haber militado en un sindicato, haber participado en una protesta contra contra el amo o chavales de 16 años a los que se había mandado al frente de manera forzosa y que, tras ser capturados, fueron encerrados allí donde sufrían una condena de la que muchos de ellos ya no saldrían vivos».

[/ihc-hide-content]