Juan Arriazu, responsable de Disbaor, afirma que la caldera de gas de condensa­ción es la opción más racional para el ahorro de hasta un 25 % de combustible
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Desde el 1 de sep­tiembre del año 2015, las úni­cas calderas de gas que estarán permitidas instalar y comercia­lizar serán las que estén dota­das de tecnología de conden­sación y cumplan la norma 5 de mínima contaminación, que nos permite un importante ahorro en combustible.

¿En qué consiste la tecnolo­gía de condensación?
La materia tiene una pro­piedad física que consiste en que cuando pasa de líquida a gaseosa, absorbe calor del ambiente (esta propiedad la aprovechamos para crear las máquinas de aire acondiciona­do) y cuando pasa de gaseosa a líquida, cede calor al ambiente (esta propiedad la aprovecha­mos para crear calderas de gas a condensación).

¿Podemos concretar más en que consiste esto de la con­densación?
En una caldera tradicional, el calor que se produce es fru­to, únicamente de la combus­tión del gas. Los humos salen por la chimenea en torno a 170°. El máximo rendimiento que podemos aportar al agua es del 100%, pero de este rendimiento, tenemos que descontar el calor que se nos va por la chimenea y el rendi­miento se nos quedará como máximo en torno a un 94 %.

Caldera de condensación RADIANT con panel de mando digital de última genera­ción y reducidas dimensiones.

En una caldera con tecnolo­gía de condensación, además de mejorar sensiblemente el rendimiento, como consecuen­cia de una cámara de combus­tión de forma redonda, que permite una combustión más homogénea y completa, con rendimiento en torno al 98 %, podemos sumarle un aumento de rendimiento por la conden­sación de los humos.
Los gases procedentes de la combustión de gas natural (humo), contienen una impor­tante proporción de vapor de agua. Si estos gases, los hace­mos pasar, antes de emitirlos a la atmósfera, por un intercambiador de calor, el vapor de agua, que tiene la propiedad de condensarse (pasar de gas a liquido) a una temperatura de unos 55°, cederá calor a la ma­teria de intercambio.

En este caso, lo que hacemos es intercambiar calor entre el agua de retorno de nues­tra calefacción y los gases de combustión por medio de un serpentín.

El vapor de agua de los gases de combustión se condensa, y como están a una temperatura inicial de unos 170°, cede calor al agua de retorno de la cale­facción que esta por debajo de 55°. Esto nos puede aportar un rendimiento adicional de hasta un 10/11%, lo que permite que podamos hablar de rendimien­tos globales de cesión al agua de 107/108°.

Cámara de combustión en la que podemos observar el serpentín de intercambio de gran diámetro.

Para que todo esto se pro­duzca, el agua de retorno de la calefacción debe estar por de­bajo de 50°. Esto siempre será posible cuando trabajemos con suelo radiante o con radiado­res a baja temperatura, pero difícilmente en una calefacción tradicional, con el cálculo de elementos de radiador realizado para trabajar con entrada de agua a 70/80°.
En caso de que nuestra ca­lefacción sea mediante ra­diadores, principalmente de aluminio, será necesario sobredimensionar la instalación. De este modo nos permitirá trabajar con temperaturas de impulsión de unos 55/60°, que nos aseguran temperaturas de retorno lo más bajas posibles, pero como máximo de 50°.

Pero las calderas de conden­sación, por lo general, son más delicadas y por tanto más cos­tosas de mantener, principal­mente por las incrustaciones de cal en el serpentín.
Es aquí, donde juega un papel importante nuestra caldera, RADIANT, con una tradición que data de 1959.

El departamento de I+D de nuestra representada, ha con seguido una caldera, que ade­más de ofrecernos un rendi­miento al agua del 107%, está dotada de un serpentín de ace­ro inoxidable con un diámetro de sección de 28 mm (Frente a serpentines tradicionales de 14 mm.) que le impide ser obstruido por las incrustacio­nes de cal y nos permite una limpieza muy sencilla y poco costosa.

Además el 100% de los com­ponentes de la caldera RADIANT son de fabricación exclusiva en la comunidad eu­ropea, realizados por profesio­nales con más de 55 años de experiencia, con absoluto rigor y con las mejores materias pri­mas.

Como conclusión, las calde­ras con tecnología de conden­sación, además de ser obligato­rias, nos pueden ahorrar hasta un 15/20% de combustible, pero debemos evitar que el gasto se nos vaya en mante­nimiento. Nuestra gama de calderas Radiant R2K dispone también de la nueva aplicación IMODULE, que permite ges­tionarlas a distancia desde un SMARTHONE o TABLET, lo que nos puede generar impor­tantísimos ahorros adicionales que en ocasiones pueden lle­gar hasta un 25% de nuestra factura de gas.

Por último ¿no serán excesi­vamente caras de adquisición?
En absoluto. Antiguamente, una caldera de condensación podía costarnos fácilmente 3.000 euros más IVA, pero en estos momentos, los fabrican­tes han realizado un gran es­fuerzo por abaratar costos y, por ejemplo, la RADIANT la encontramos a partir de 1.278 euros más IVA.
Debemos añadir que por normativa y seguridad, una cal­dera de gas, únicamente puede ser instalada por un profesional autorizado y con el correspon­diente carné de instalador.