Kenneth Branagh en su carrera se ha movido entre el tributo a las obras de Shakespeare: Enrique V, Hamlet, y los blockbuster, Frankenstein, Thor. Ahora, recuerda su álbum de la infancia, narrando desde la mirada de un niño, los enfrentamientos entre protestantes y católicos en Irlanda del Norte que le llevaron a dejar Belfast para instalarse en Londres. Los protagonistas del film son: Jude Hill, Caitriona Balfe, Judi Dench, Ciarán Hinds, Jamie Dorman.
De una vista en color de la capital de Irlanda del Norte, la cámara salta un muro, ya en blanco y negro para situarnos en la Belfast del año 1969, donde conviven pacíficamente protestantes y católicos. Aquí vive una familia, compuesta por el padre (Jamie Dorman), que trabaja en Londres de carpintero, y vuelve a casa cada quince días, la madre (Caitriona Balfe), que cuida de sus hijos, Buddy (Jude Hill) y Will (Lewis McAskie), junto a los abuelos Pop (Ciarán Hinds), y Grannie (Judie Dench). Buddy recrea en la calle, las luchas que ve en las películas por las que siente especial devoción.
Un día los protestantes atacan a la población católica, destrozando comercios, casas, con el objetivo de que abandonen la ciudad. Lo que era una urbe agradable, se convierte en una zona de batalla. La situación se agrava tanto que el padre se plantea mover a su familia a Londres. Sin embargo, sus hijos y mujer no desean abandonar la ciudad donde están sus recuerdos, sus amigos, y sus familiares…
El director de Muerte en el Nilo, pasa de puntillas por los enfrentamientos políticos sucedidos en Irlanda del Norte a finales de los 60. El objetivo es otro, atrapar al espectador a través de la ficción, representada por la mirada de un chaval que aporta alegría, pasión por el cine (los guiños cinéfilos son amplios: Solo ante el peligro, Hace un millón de años, etc.), espontaneidad, ilusión, ante la crisis económica y los conflictos políticos del día a día. Belfast fluye por el camino de la ficción, plasmando estampas familiares, (excelente la charla entre abuelo y nieto sobre el primer amor), matones de barrio, celebraciones en la calle, y todo ello aderezado con la música de Van Morisson que impregna el ambiente de una aparente calma frente a una realidad convulsa.
Las interpretaciones son brillantes comenzando por el chaval Jude Hill, seguidos por los abuelos Judi Dench y Ciarán Hinds, sin olvidar a una excelente Caitriona Balfe, en el papel de la madre. Jamie Dorman está agarrotado para lo que exigía su personaje.
Un film que empieza a sonar como serio candidato al Oscar, aunque veremos si los académicos no se obnubilan con alguna Guinness de más, y premian otros films con más espectáculo visual pero menor sensibilidad.