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Arriba y abajo, por Pepe Alfaro

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Nos lo explicaba gráficamente el bueno de Espinete, en aquel programa televisivo “Barrio Sésamo” de los años ochenta, señalando con el índice, una y otra vez: “arriba y abajo”. De este modo, la lúdica chiquillería que contemplaba con fascinación al rosáceo personaje, una especie de híbrido entre puerco espín y esponja de baño para bebés, sabía perfectamente lo que era “arriba” y lo que era “abajo”, aunque bien es cierto que todo parecía reducirse a una cuestión de afianzar la lateralidad y la orientación espacial.

Está claro que entonces desconocíamos el mensaje subliminal que Espinete nos enviaba día tras día. Y lo entendemos ahora en que el mundo sigue dividiéndose, en infinidad de situaciones, entre “arriba y abajo”. Porque, en la mayoría de las sociedades, están los de arriba y están los de abajo. Y el problema radica en que esta situación tiende a distanciarse, pues los de arriba están cada vez más arriba, y los de abajo cada vez más abajo. Sobre todo cuando se trata de economías. Y todo esto sucede porque muchos de los de abajo seguimos aupando a los de arriba para que sigan enriqueciéndose a nuestra costa, mientras los de abajo luchamos entre nosotros y nos vamos empobreciendo cada vez más. La estupidez de los de abajo, reconozcámoslo, no tiene límites.

Por el contrario, el discurso paternalista e histriónico de los de arriba es perfecto para sus intereses: “trabajamos para que las clases trabajadoras vivan cada vez mejor”. Discurso falaz donde los haya, porque los de arriba solo trabajan para que ellos y los suyos vivan cada vez mejor, sin preocuparse por lo que les ocurre a los de abajo.

Lo estamos viendo en los últimos tiempos: para los de arriba nada hay más rentable que una buena crisis. Cuanta más crítica sea la crisis, tanto mejor. Por poner un ejemplo, si estás bien colocado con los de arriba, puedes trincar un montón de euros por hacer una mala gestión de adquisición de mascarillas. Por supuesto, sin peligro alguno, porque los jueces amigos de los de arriba ni siquiera admitirán a trámite una denuncia de ese tipo, ya que “se trata con urgencia de salvar vidas” (¡ja!).

Tras la crisis del virus chino llega ahora la crisis de la guerra rusa. Y, como lo que falta es energía, las petroleras, las multinacionales alimentarias, las eléctricas y la banca están haciendo su agosto en invierno, con unos beneficios obscenos que, entre otras cosas, repercutirán en un desproporcionado aumento de los sueldos y prebendas de los más altos de los de arriba, mientras que se opondrán a que suban los sueldos mínimos de los más bajos de los de abajo.

Querido Espinete, gracias por explicarnos tan bien lo de arriba y abajo, y disculpa que no te entendiésemos a tiempo. Otro día recordaremos tus magnificas lecciones de psicomotricidad con lo de “derecha e izquierda”. Que también tiene su cosa. Mientras tanto, seguiremos soñando con la ilusión de que los de arriba y los de abajo vayan acercándose. Por Ética. Por Justicia Social. Por Solidaridad.