Inicio Opinión Aporafobia, rechazo a las personas pobres, por Rubén Unanua

Aporafobia, rechazo a las personas pobres, por Rubén Unanua

El autor reflexiona sobre la inducción, aprendizaje y difusión de la aporafobia a partir de relatos alarmistas y sensacionalistas

-- Publicidad --

El 17 de octubre Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza, la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social organizó las jornadas APOROFOBIA (El rechazo a las personas pobres): de la injusticia a la irracionalidad. Una realidad enraizada de la cual la sociedad Navarra no escapa.

A través de la ponencia de Emilio Martínez (Universidad de Murcia) fuimos conscientes de cómo el sentimiento de APOROFOBIA se induce, se aprende y se difunde a partir de relatos alarmistas y sensacionalistas que relacionan a las personas de escasos recursos con la delincuencia y con una supuesta amenaza a la estabilidad del sistema social en el que estamos cómodamente instalados. Ejemplo de esos relatos alarmistas se leyeron en más de una decena de noticias en prensa digital y local, a lo largo de la semana para la Erradicación de la Pobreza.

Entre el 12 y el 19 de octubre se pueden encontrar, sin esfuerzo, más de 10 noticias con contenido APOROFOBO en los medios de prensa escrita y digital de Navarra, hechos que se han ido repitiendo durante todo el mes. No es algo puntual, aislado o casual, es una constante que se repite, no sin otro fin que el de hacer propaganda y generar animadversión hacia las personas que tiene más dificultades y menor acceso a los recursos.

Es una cruel contradicción exponer a las personas en situaciones de exclusión, se les acusa de fraude, cuando es Hacienda de Navarra quien ha tenido que realizar un total de 1.027 actuaciones en 2016, mientras que Derechos Sociales retiró la Renta Garantizada a 32 personas por incumplir los requisitos en ese mismo año de un total 14.537 familias; incumplir requisitos, no es lo mismo que hacer fraude.

Estos datos, y se podrían aportar aún más, muestran que el fraude se da mayoritariamente en personas sin dificultad de acceso a los recursos y con realidades lejanas de la exclusión social. Prueba de que la gran mayoría de personas que perciben la prestación lo hacen de forma adecuada y por necesidad. Necesidades que deben ser cubiertas si queremos que las personas puedan salir de la situación en la que se encuentran inmersas, no por voluntad propia sino por causas que son, en general, estructurales. La Renta Garantizada, por ejemplo, es un mecanismo social que se sostiene como un Derecho de todas las personas a realizar procesos para salir de la exclusión social con mayor facilidad.

Entonces, ¿Por qué se trata a las personas en situación de pobreza de forma perversa? Pocas injusticias más grandes se me ocurren que cebarse con las personas en situaciones de vulnerabilidad que a su vez les deja en estado, en muchos casos, de indefensión. Esto cumple una doble función, por un lado ‘limpia’ nuestras conciencias y por otro parece que ‘afianza’ nuestro estatus y clase social. No sentimos que fracasamos como individuos y sociedad, sentimos que son otros quienes lo hacen. Una ilusión que con un mínimo esfuerzo se nos termina desplomando.

La sociedad tiene varias vías para acabar con la estigmatización que causa la pobreza, una de ellas comprender que no es una decisión personal, actualmente las condiciones de vida son inestables y la línea entre encontrarse en pobreza o no es muy delgada; otra es apoyar a las personas a través de la inversión en prestaciones, recursos que faciliten y den acceso a los recursos básicos y acompañar en el acceso de recursos normalizados después.

No es dinero que cae en un saco vacío, además de contribuir en la mejora de las situaciones de dificultad, se trata de prevenir que los procesos se cronifiquen o se repliquen generacionalmente. Es importante hacer hincapié en el termino inversión ya que, aunque suele ser costoso de ver, las prestaciones que cobran las personas en situación de pobreza y/o exclusión, terminan revirtiendo a favor de la sociedad económica y socialmente. Todos y todas ganamos.

Las enemigas son la Pobreza y la Exclusión, no quienes las padecen. Culpar a las personas de su situación y de las problemáticas que derivan de la pobreza es fácil de hacer ya que, en muchas ocasiones, las personas no tienen capacidad, medios y a veces tampoco conciencia de estarla padeciendo para poder defenderse. Hay que tomar medidas para luchar contra la pobreza no contra las personas; con escasos recursos, son un objetivo sencillo de atizar, desprestigiar e instrumentalizar. Es incongruente acusar a una persona de generar un mal que le está afectando, en otros casos lo veríamos claro pero en este existen otros intereses.

Es un circulo vicioso, hacemos de los casos particulares la generalidad y esta generalidad se extiende y se convierte en norma social, y a su vez en freno para que puedan salir de su situación de forma legal; si alguno de estos casos trata por desesperación de hacerlo de forma ilegal, ya tendremos otro caso particular para poder generalizar. Ponemos palos en las ruedas de las personas con más dificultades y esto garantiza que no puedan avanzar. A través de esta vía la pobreza se perpetúa. En mi opinión todos y todas perdemos

Dejemos de fomentar la desigualdad, comencemos a afrontar nuestras responsabilidades, empecemos por ponerle nombre a los hechos: «APOROFOBIA» y sigamos trabajando entre todas y todos por hacerla desaparecer.

Rubén Unanua
Presidencia Red Navarra de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social