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Amar en tiempos difíciles

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Ya sé que este título es muy similar al de una reconocida serie televisiva que no he visto nunca, y supongo que alude a unas dificultades de carácter social para que el amor pueda llevarse a cabo. Pero yo quiero referirme a otro inconveniente que es esencial, y tiene mucho que ver con el excesivo culto al cuerpo que le damos en nuestra cultura. Eso es lo que inclina a la mayoría de las personas, quizá a la gran totalidad, a esforzarse en demasía por guardar la línea y conservar el tipo, a tener un excesivo cuidado en no pasarse en el peso ni en las medidas, y cuando esto no se consigue por medios naturales se recurre rápidamente a la cirugía estética.

En nuestra situación el amor suele terminar siendo una pasión por acariciar y poseer el cuerpo de otro ser humano

Conste que siempre que esto se haga por mejorar la salud física y psíquica es bueno, y además recomendable, pero la motivación se va convirtiendo muchas veces en un enfermizo narcisismo, que hace confundir el valor de la persona, basándolo principalmente en función del aspecto corporal, sin importar otras características.
En esta tesitura, el amor suele terminar siendo una pasión por acariciar y poseer el cuerpo de otro ser humano, hombre o mujer según los casos, lo que implica como consecuencia que en la medida en que ese cuerpo vaya deteriorándose por razones de la edad, el amor desaparecerá por completo. Así que con ese endiosamiento de lo corporal es muy difícil que se dé el verdadero amor.

Pero es que el que el amor no estriba solo en poseer un cuerpo, sino sobre todo en descubrir que está habitado por una conciencia distinta a la mía. Cada persona nos construimos un mundo particular en función de nuestra sensibilidad, y el chispazo del amor surge cuando comprobamos que otra persona se ha construido un mundo distinto al nuestro, que estando con nosotros en el mismo espacio y tiempo, se ha dado una visión de la realidad no solo diferente a la nuestra sino sobre todo mucho más atrayente, una visión que nos subyuga, seduce y, sin saber por qué, necesitamos compartir.

El amor es descubrir que, además de las caricias mutuas y del rutinario mundo que llevamos con nosotros, existe otro más atractivo, experimentar a la vez que la otra persona participa gozosa del nuestro, y que juntos disfrutamos de esa doble sensibilidad fundida en una, por lo que nos sentimos inseparablemente unidos. Claro que lo que hoy se lleva suele predisponer en una dirección distinta y más peligrosa. Por eso digo que el amor pasa por tiempos difíciles.

Alfonso Verdoy