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Algo falla, por Carlos Acarreta

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Sin duda, algo falla en la política nacional desde hace algún tiempo.
Cuando el diálogo político se considera alta traición, es que algo falla. Cuando se pueden usar a todas horas términos como “felón”, “traidor”, “enemigo de España”, etcétera, para referirse a políticos rivales, algo falla.

Cuando la Constitución es utilizada por algunos políticos como un arma arrojadiza, como algo que nunca se puede modificar (ni siquiera en una coma o en punto) o reformar, cuando esos mismos políticos se fijan tan solo en ciertos artículos de la Constitución a la vez que pasan de largo sobre otros, es que sin duda algo falla.

Cuando algunos utilizan descaradamente un doble rasero de medir, para definir la misma cosa como traición o como lo más normal del mundo según la hagan otros partidos o el suyo propio, algo falla. Al igual que cuando uno ve a su rival político como a un enemigo a batir, en vez de simplemente como a un rival.

Sé que algo va mal, muy mal, cuando con mis propios oídos oigo a ciertos locutores de radio afirmar que “Sánchez ha pactado con ETA”, o que “a los navarros se los está comiendo vivos Bildu” (vaya, y yo sin enterarme, ¿será posible?)… O cuando escucho a algunos políticos afirmar tan tranquilamente que ETA ha ganado o que ahora estamos mucho peor que cuando ETA asesinaba a diestro y siniestro.

«¿Es demasiado pedir que el respeto
y los buenos modales primen por encima de todo?»

Cuando uno recurre continuamente a los insultos y a la descalificación personal, a la confrontación pura y dura, cuando uno recurre al griterío y la bronca continua en el Parlamento, ante la falta visible de argumentos propios, es que algo va mal, sin duda. El Parlamento es, debería ser al menos, un lugar donde nuestros políticos, los que hemos elegido los ciudadanos para representarnos, debaten y discuten sobre programas, ideas y propuestas, libremente y respetuosamente.

¿Cómo es posible que, ante el ascenso de la extrema derecha en nuestro país, el partido mayoritario en la derecha, el Partido Popular, haya decidido competir con Vox en lo que se refiere a radicalización y populismo? Al contrario, por cierto, de lo que hacen los partidos conservadores en otros países de nuestro entorno, que defienden un conservadurismo moderado y se prestan a hacer cordón sanitario a la extrema derecha sin ningún remilgo.
Se puede estar en completo desacuerdo con Pedro Sánchez, por supuesto, con su gobierno o con su programa, o con cualquier otro político o partido político. Pero, ¿acaso es demasiado pedir que el respeto y los buenos modales primen por encima de todo? ¿Nos tenemos que entregar, que rendir, resignar, a la bronca continua, al insulto, al griterío?