Una pequeña finca, pedregosa, hostil, dura… privilegiada. Porque los mejores vinos siempre han nacido de viñas que han luchado contra los elementos. Es esta tierra única la que aporta un carácter inigualable a este vino.
Así presenta Albret su gama de vinos. Unos vinos de gran sutileza y complejidad que, con una producción limitada y gran clase, han sido catalogados como referente de los nuevos vinos navarros de vanguardia y premiados tanto nacional como internacionalmente. Caldos nacidos de la perfecta armonía entre el trabajo del hombre y lo que algunos llaman terroir o terruño, una combinación de geología, clima y geografía que hacen de determinadas parcelas el lugar idóneo para plantar viñas que darán vinos singulares, únicos y reflejo de su origen.
Son vinos de gran sutileza y complejidad, con una producción limitada
Cada vino de Albret se reconoce por la tierra que los ha visto crecer. Parcelas de suelos duros y pedregosos, poco fértiles y plagadas de cantos rodados, tierras rodeadas de una naturaleza abrupta, con pendientes pronunciadas… Unos terroirs complejos y naturales que deriva en unos vinos elegantes y de calidad excelente que reflejan las virtudes del terreno, la dureza climática y el cuidado de los viticultores. Una armónica fusión que los hace diferentes.
Albret: Fincas con nombre propio
La parcela El Balcón, una ondulada ladera de cepas que termina en el cortado sobre el río Aragón cerca de Caparroso, acoge los viñedos del Tempranillo para el crianza de Albret convirtiéndose en un vino con su nombre. Más abajo, hacia Cadreita, se encuentra el viñedo San Nicolás de vides de Chardonnay. Unas uvas tan especiales que deben ser vendimiadas a mano y por la noche, con la única luz de la luna o de los frontales de los vendimiadores. Tras el trajín de la noche, amanece sobre San Nicolás y el alba da la bienvenida a las primeras uvas de la campaña.
El Alba se convierte así en el Chardonnay de Albret. Otro gran vino de Finca Albret es La Viña de mi Madre, una parcela mítica de Cabernet Sauvignon en manos familiares desde tiempos inmemoriales. Y en la pequeña parcela de la que nace el Albret Rosado El Rocío, la escarcha cubre cada mañana las cepas y cada rincón de la tierra.