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Superar, por Alfonso Verdoy

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La vida, lo queramos o no, consiste en superar situaciones, aunque no todas de la misma forma. Algunas quizá las podamos negar y desentendernos de ellas, otras las podemos admitir para, con ingenio, buscarles la vuelta y hacer que se nos conviertan en positivas, y hay unas que nos oprimen y atosigan pero por nuestra propia culpa, por no haberlas previsto o por dejadez, siendo entonces la solución el cambiar nuestra conducta hasta que las consigamos eliminar. Queda todavía esa situación imposible de solucionar, y frente a la que no queda más que soportarla y esperar a que desparezca por su propia inercia, en cuyo caso hay al menos una consecuencia buena, fortalecer nuestra paciencia y dominar nuestra angustia, actitudes ambas necesarias para vivir.

Todas esas situaciones son en realidad privaciones de algo, generalmente de cosas y de bienes útiles o de otro tipo, como pueden ser la libertad, el tiempo, algunas oportunidades, ciertos derechos, etc. Y conforme las vamos superando vamos desarrollando nuestra personalidad, de tal manera que lo que hemos llegado a ser está hecho a partir de todas las situaciones que hemos superado, y si hubieran sido distintas, nuestras superaciones también lo habrían sido y nos hubiéramos forjado una muy otra personalidad. Seríamos los mismos, pero nuestras características ya no serían iguales a las de ahora, lo que viene a significar que aquellas adversidades han terminado siendo, en definitiva, positivas para nuestro desarrollo. Y es que, como expresa con sabiduría el conocido refrán popular, no hay mal que por bien no venga.

Lo que hemos llegado a ser está hecho a partir de todas las situaciones que hemos superado

Otra cosa bien distinta es carecer de privaciones, tener a mano las cosas y los bienes imprescindibles, como sucede hoy en una buena parte de la población occidental. Al vivir dentro de una relativa abundancia, se suele originar- aunque no siempre, pero sí en bastantes ocasiones- una sensación de vacío. Las personas ya no están privadas de algo, pero sí sumergidas en una desoladora pérdida de sentido. Así que la privación, negativa en principio, nos lanza a la superación que acaba perfeccionándonos, mientras que la abundancia nos puede provocar una anodina existencia, una pérdida de interés por la vida, lo cual es difícil de superar, porque no se consigue con cosas ni con bienes, sino cambiando nuestras costumbres, comprendiendo que lo importante no es tener más sino ser más, lo cual solo se logra admitiendo unos valores que hemos de cumplir día a día, sin cesar nunca en esa tarea, porque solo así nos superaremos de verdad.