Permítanme que emplee esa palabra ( dìguó) que creo significa imperio para dar mayor realce a lo que viene a continuación.
Estamos acostumbrados a comprar artículos, tanto domésticos como industriales, que en parte o en su totalidad se han confeccionado en China , han pasado los tiempos en que esa procedencia significaba una menor calidad, hoy en día ese país tiene empresas fabriles y comerciales para satisfacer las necesidades o demandas de toda clase de compradores , incluso de artículos de lujo o de alta gama.
Una de las consecuencias de la globalización es externalizar compras de productos, trabajos o servicios a países cuya política laboral es más flexible por lo que los costos son lógicamente más bajos que los de los países receptores , esta política empresarial y la de cero stocks ha llevado a la fragilidad de las propias empresas puesto que están a merced de elementos en mercados que no controlan, se ha comprobado que una constante en el alza de precios suponen la falta de materiales y el bloqueo de la capacidad del transporte marítimo.
Si esto fuera importante para la economía mundial y en especial para la europea hay en los últimos años otro aspecto que debería preocupar a los responsables económicos de las naciones que componen la UE por la trascendencia que a largo plazo va a tener en nuestro desarrollo político , económico y empresarial.
Hace poco tiempo ha aparecido la noticia de la adquisición de la gestión mediante concesiones administrativas del puerto de Hamburgo en Alemania que junto con otros como el puerto del Pireo en Grecia y varios en África y Sudamérica suponen un mayor control sobre el comercio marítimo mundial del que China es el mayor cliente por su potencia exportadora.
Por otro lado es conocida también la compra y arrendamiento de tierras de cultivo en África, actuaciones que sin mucho ruido suponen también una extensión del poder económico entre los países en crecimiento, de esta forma el gigante asiático va acumulando parcelas de poder hace tiempo inimaginables.
Con esta extensión del imperio el mundo está dominado por los Estados Unidos por una parte y China por otra, la confrontación económica es inevitable y en ambos casos quien sale perdiendo es nuestra querida Europa.
Porque cuanto más necesaria es la unión económica y comercial entre los países de Europa menos parece que cada nación esté dispuesta a renunciar a su soberanía por potenciar la unidad y como prueba la descoordinación en el periodo de pandemia o las acciones en cuestiones energéticas o el fracaso de políticas globales respecto a la emigración, especialmente del norte de áfrica.
La llamada globalización hoy admitida por todos obliga a Europa para contrarrestar el potencial de estos dos imperios a formar una federación de países mucho más unida de lo que actualmente está, esta desunión en cuanto a las políticas económicas y la rigidez de las mayorías para acuerdos debilitan la fuerza de la unión y nos convierte en dependientes de China y Estados Unidos sin posibilidad de la fuerza que da la sinergia
Estamos padeciendo vivir al rebufo de las decisiones de los demás que tienen en su caso influencias sobre otras naciones, Europa ha de dar un paso adelante eliminando las diferencias tributarias entre sus miembros , formando cárteles de compras y financieros tenemos que construir el desafío europeo para estar a la altura , la unión nos hace fuertes y la situación actual les viene de maravillas a nuestros competidores.
La unión europea está sin acabar y como decía Alfredo, un jefe que tuve en la empresa donde trabajé en mi juventud, hasta que no terminas el trabajo no has hecho nada.
Fermín Torrens Alzu