La pasada semana se celebraron las jornadas sobre gestión eficiente de los residuos en el Planetario de Pamplona organizadas por la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, y al calor de dichas jornadas ha habido interesantes discusiones. Y también declaraciones como las de Navarra Suma totalmente incalificables. En una editorial publicada el pasado 21 de octubre, se hacía mención a ellas, en las que se tildaban de “tortura” el actual sistema de tarjetas y se alentaban las actividades incívicas contrarias a lo que se está haciendo en los países europeos más avanzados medioambientalmente.
En la sociedad actual, hay cada vez más voces que se plantean la pregunta: ¿Debe pagar más tasa de basura quién menos recicle? La Ley Foral de Residuos y su Fiscalidad contempla el llamado pago por generación que responde al principio `quien contamina, paga´, y que se ha demostrado que es un sistema eficiente para incentivar la prevención de residuos y conseguir niveles altos de recogida selectiva. La clave está en optimizar la recogida de la llamada fracción resto, es decir, lo que no se recicla. El cierre de contenedores y/o el control de acceso de usuarios son las opciones más positivas para aumentar las tasas de recogida selectiva y reciclaje.
En bastantes ocasiones he solido oír que es cuestión de tiempo. Pero, ¿de cuánto? Hoy en día, nadie concebiría pagar el agua o la electricidad mediante tarifa plana -sería muy extraño que la factura del agua fuera la misma, tanto si gastásemos 100 litros como si gastásemos 1.000-; en cambio eso es lo que hacemos con los residuos. Individualizar el pago permitiría establecer incentivos a la recogida selectiva y a la prevención de residuos, es decir, a su no generación. Si no lo hacemos ya, es simplemente por la falta de un contador.
En diversos países europeos como Suiza, Alemania, Italia, Austria, Dinamarca y Holanda, se ha extendido el sistema de pago por generación, y nos encontramos con ciudades como Berlín, Milán, Bruselas, Múnich, Graz, Viena o Dublín, que funcionan así. Por tanto, el pago por generación no es una utopía, y se ha interiorizado este sistema de `pagar en función a lo que tiras´. Sin embargo, en el Estado español todavía hay pocas experiencias de implantación de sistemas de pago por generación para residuos domésticos y comerciales, aunque las hay, al menos en Cataluña, en Islas Baleares; y en Navarra, por ahora en ninguno, pero ya está en marcha el despliegue de contenedores inteligentes en Pamplona y su comarca, que es la antesala del pago por generación.
Para establecer el pago por generación, entre otras cosas, es necesaria la identificación de los usuarios, y ello puede ayudar a conseguir un grado elevado de separación en origen y disminuir los niveles de generación de residuos. Un sistema de identificación de usuarios está basado en mecanismos mediante los cuales el usuario del servicio de recogida de basuras es identificado y su generación de residuos queda registrada. Este sistema puede ser aplicado fácilmente en contextos de baja densidad de población usando un sistema de recogida puerta a puerta, pero también se puede implementar en entornos urbanos de alta densidad donde se utilizan contenedores de uso colectivo, aunque sea más costoso técnicamente y económicamente.
Actualmente hay un amplio repertorio de tecnologías que se pueden utilizar para abrir los contenedores y registrar lo que depositan los vecinos y las vecinas. Desde tarjetas que se usan en muchas localidades para abrir el llamado quinto contenedor (el marrón de materia orgánica para posteriormente producir compost), hasta etiquetas NFC, códigos QR, etcétera. Las etiquetas NFC y los códigos QR son opciones comunes. Estos sistemas requieren de la implementación de un chip NFC o de un adhesivo con código QR. De esta forma, los usuarios se identifican ellos mismos escaneando el chip NFC o el adhesivo QR con su teléfono móvil al hacer entrega de los residuos, y las administraciones municipales adquieren datos de cuando se utiliza cada contenedor y de cuales lo hacen.
Normalmente lo que se suele hacer es que el cobro se haga sobre la fracción resto, cuyos contenedores deberán ser cerrados, o, al menos, controlados. De esta forma, si un ciudadano o una ciudadana deposita cada vez menos residuos en el contenedor de la fracción resto, quiere decir que está generando menos basura y fomentando la recogida selectiva para su posterior reciclaje, y se le puede bonificar o premiar con una reducción en la tasa de factura.
Vivimos en una sociedad en la que estamos rodeados de normas que tratan de ordenarla y prevenir conductas antisociales. Por alguna razón que se me escapa se ha decidido que en los residuos esto no funcione así, sino que, en vez de hacer ordenanzas, las instituciones competentes en la materia, hacen campañas. Bienvenidas las campañas, pero, ¿alguien se imagina que la DGT solo se basara en campañas y no existiera el código de circulación, el monitoreo y las multas?
A mí me parece que deberían existir algunas normas también en el ámbito de los residuos, en particular, la de entregar los residuos selectivamente. Y que ello debería quedar explícitamente recogido en las ordenanzas municipales. Está muy bien que se reconozca “el pago por generación”, pero es absolutamente necesario que se aplique. De esta forma, hacemos honor a ese principio aceptado a nivel comunitario, estatal y autonómico de que “quien contamina, paga”.
Por otra parte, en las Jornadas de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona varios de los ponentes vinieron a decir que “la policía de residuos” existirá. Me sumo a ello. Si no depositas el residuo donde debes, lo lógico sería recibir una sanción, aunque también hay que seguir todavía con más ahínco con la educación ambiental, empezando por abajo, como se hace progresivamente en las escuelas e institutos, y uniendo la teoría con la práctica, con proyectos de recogida selectiva de residuos, y la obtención de compost, en aquellos centros donde se coma.
Julen Rekondo, experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente