Después de un curso tan especial como el pasado, donde en Jesuitas celebramos el V centenario de la herida de San Ignacio, este curso se nos propone sentir con la iglesia, para sentirnos iglesia. Un aspecto que queremos trabajar con nuestro alumnado es ver la misión de la iglesia. Estamos llamados a poner nuestros dones, nuestra vida, al servicio de los demás. Esta Iglesia a la que pertenecemos asume que vivimos en un mundo fracturado, pero ante esta situación se revela contra las injusticias pretendiendo hacer de este hogar un lugar mejor.
Y, para ello, pensamos que la clave está en la transmisión de esperanza. GENTE ESPERANZADA, es nuestro lema. Nos gustaría que esta actitud vital sea lo que impregne todo lo que hagamos. Pensamos que después de haber vivido un contexto de mucho sufrimiento, tenemos que recuperar la buena noticia del evangelio. Volver a traer a nuestro corazón y a nuestra mente que la muerte no tiene la última palabra, sino que es la vida la que prevalece.