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La Asociación de Amigos del Patrimonio Arquitectónico de la Ribera de Navarra ha pedido a la Confederación Hidrográfica del Ebro que revise la medida de restricción de accesos al Bocal y se retorne situación de normalidad previa a la crisis sanitaria.
La entidad, que engloba a una decena de fundaciones y asociaciones riberas, que recuerda que la conservación, divulgación y acceso a nuestro patrimonio cultural son algunos de los principios generales de la legislación foral de Patrimonio Cultural de Navarra, entiende que aquellas medidas restrictivas en el acceso a los bienes de interés cultural, más allá de lo razonable en función del tipo y naturaleza del bien, siempre deberían estar justificadas en razones de seguridad y conservación. «Por ello entendemos, que a buen seguro, en la restricción y limitación en el libre acceso a EL Bocal, tras la crisis sanitaria del coronavirus, habrán pesado razones de seguridad y conservación, pero desde la Asociación de Amigos del Patrimonio Arquitectónico de la Ribera de Navarra queremos hacer un llamamiento a la Confederación Hidrográfica del Ebro, y al resto de administraciones e instituciones riberas, a fin de que estas medida de restricción en el acceso a El Bocal sean revisadas y superadas retornando a la situación de normalidad previa a la crisis sanitaria».
El Bocal
El Bocal es un Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, declarado mediante Real Decreto 157/2004, de 23 de enero, por constituir una realización arquitectónica e ingenieril de interés histórico, etnológico, artístico, paisajístico, urbanístico y social, sin el que difícilmente se entiende la Ribera del Ebro en Navarra y Aragón. El Bocal constituye el comienzo de un gran proyecto hidráulico que se remonta al siglo XVI (1528), cuando el emperador Carlos I dio orden de acometer las obras de lo que hoy conocemos como Canal Imperial, proyecto de transformación de la Ribera; y, el poblado de El Bocal, formado en el último tercio del siglo XVIII, es un ejemplo casi único de urbanismo barroco tardío relacionado a una infraestructura hidráulica.
El Bocal es un conjunto singular de arquitectura renacentista y barroca da altísimo valor urbanístico y arquitectónico, así como un paisaje apreciado, disfrutado y visitado por los habitantes de la Ribera de Navarra, que lo han hecho suyo tradicionalmente como lugar de convivencia y acercamiento a la naturaleza.
Pero el mismo cuenta con elementos arquitectónicos singulares de espacial relevancia. Así, Palacio de Carlos V, cuyo origen es una vieja fábrica del siglo XVI, aunque muy transformada, en especial en su fachada principal, en el siglo XIX, rodeado por unos agradables jardines con estanques y estatuas. Junto al Palacio de Carlos V, se localiza una iglesia neoclásica de finales del siglo XVIII. Al otro lado del camino que hay junto al Palacio y dando vista al canal Imperial, se encuentra el poblado del siglo XVIII. Pero serán las magníficas obras de ingeniería los edificios más característicos del lugar. La más vieja, situada detrás del Palacio de Carlos V, es una obra de sillería del siglo XVI, realizada por Gil de Morlanes. La otra, ubicada aguas arriba, pertenece al siglo XVIII y se debe a la iniciativa del canónigo aragonés Ramón de Pignatelli.
Pero tan importante, o más, que la arquitectura es lo que significa y supone El Bocal para la historia, no sino de la Ribera de Navarra y Aragón, sino del progreso social y económico de España con la Ilustración del que son buen ejemplo las grandes obras hidráulicas. Fue a finales del siglo XVIII cuando Carlos III concibió el proyecto, fabuloso para la época, de hacer llegar las aguas del Bocal hasta Zaragoza por un canal navegable. Nació entonces el Canal Imperial de Aragón.
Es por ello que desde la Asociación creemos que además de preservar y conservar este rico patrimonio, es obligación de todos su difusión y conocimiento, y para ello es preciso su divulgación y acceso, para disfrutar de un patrimonio, paisaje y lugar de altísimo valor cultural, histórico y patrimonial, pero también sería necesario, y urgente, su aprovechamiento como un recurso, cultural y turístico, interpretativo de lo mejor de nuestro pasado e historia como comunidad ribereña del Ebro, y de nuestros lazos con otras comunidades vecinas con las que compartimos la cultura del agua del Ebro.
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