[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,7,8,9″ ihc_mb_template=»2″ ]Más que aprender a convivir con las inundaciones debemos aprender a vivir con los ríos. El río, el agua es vida. Dejemos de intervenir en los ríos, demos un paso atrás, de forma ordenada, estudiada y consensuada, por nuestra propia seguridad y por el bien del medio ambiente. Estas son algunas de las conclusiones que aparecen en el «Balance de las crecidas en Navarra en diciembre de 2021», elaborado por Ecologistas en Acción de Navarra.
La organización ha analizado los episodios extraordinarios sucedidos tanto en los ríos del norte de Navarra, como en el tramo medio del Ebro. Según este informe, las importantes lluvias en los ríos de cabecera han provocado grandes consecuencias en sus llanuras de inundación. No obstante en el tramo medio del Ebro esta crecida aún siendo extraordinaria es muy similar a las de 2003, 2007, 2015, 2018.
Crecidas e inundaciones: fenómenos naturales
«Las crecidas son eventos naturales a los que no nos hemos sabido adaptar» aseguran desde Ecologistas en Acción. «En algunos tramos de los ríos de Navarra hemos cambiado la dirección de los cauces, destruyendo bosques de ribera y meandros. Es cierto que estas modificaciones se han hecho en la llanura de inundación, pero en episodios extraordinarios el agua siempre supera estas obras y ocupa su lugar en la llanura de inundación. Estas modificaciones, en los entornos urbanos y próximos a lo urbano, se han realizado por medio de un urbanismo invasivo, que ha construido justo en los cauces ordinarios e incluso soterrado cauces como en el caso de la desembocadura del Queiles en Tudela».
Según explica el informe, en los ríos de Navarra se han construido motas o diques, «mal llamados de defensa», que han tratado de proteger zonas de cultivo o zonas ganadas al espacio de los ríos. Este sistema intenta perpetuar la ocupación de la llanura de inundación, del dominio público hidráulico, y genera grandes consecuencias cuando fallan, por rotura o por filtración, impidiendo que el agua desaparezca cuando ha bajado la crecida en el cauce. El buen nombre y tradición de nuestros productos se ha debido en primer lugar a la calidad de las tierras de cultivo, que eran vegas fertilizadas de manera natural. Pero en algunos casos las motas que protegen las zonas de cultivo empeoran la situación de núcleos urbanos, como por ejemplo el caso de Tudela.
Confiados a la sensación de falsa seguridad que dan los diques, se ha construido en las llanuras de inundación de los ríos. El poder del sector inmobiliario y constructor en nuestro país es tremendo y muchas veces se han pasado por alto los mapas de riesgo por inundación.
El mantra negacionista de los dragados y limpiezas
En este contexto y en situaciones de crecidas se repiten declaraciones de algunos representantes políticos y agrarios que piden “limpiezas y dragados”. «La comunidad científica», dice el informe, «nos viene alertando desde hace mucho tiempo que los dragados y limpiezas no son la solución y que no mejoran las consecuencias en caso de inundación».
Soluciones basadas en la eviencia, legislación y la sostenibilidiad económica y medioambiental
Si el sistema tradicional de motas, de presas y de construcción en la llanura de inundación no funciona se debería hacer autocrítica, creen en Ecologistas. «España gasta más dinero en compensaciones y reparaciones por las crecidas que en prevenirlas. Todos los informes científicos subrayan que el Cambio Climático está acelerando los fenómenos extremos climáticos. Estas riadas son un claro ejemplo, un otoño extremadamente seco, seguido de unas lluvias y nevadas muy potentes. Esto significa que estando ya presente el Cambio Climático en nuestras vidas, estos fenómenos van a ser cada vez más frecuentes. Eso, en Navarra, significa más tensión por riadas en determinadas zonas urbanas (Huarte, Burlada, Rochapea, Casco Viejo de Tudela, etc.)».
Si esta crecida ha tenido estas terribles consecuencias, ¿estamos preparados para crecidas muy superiores de 3500 o 4000 m3 /seg? Su respuesta es clara: No estamos preparados. Debemos ser honestos y dar más anchura a los ríos:
- Análisis de las actuales motas, diques y compuertas, para plantear posibles
eliminaciones o retranqueos. - Recuperación de bosques de ribera, meandros.
- Recuperación de la llanura de inundación.
- Hacer permeables las infraestructuras como carreteras que actúan como tapones y
presas. - Analizar reubicaciones de personas propietarias de viviendas en zonas de riesgo
máximo; donde puede ser más económico reubicar que compensar cada 3-5-10 años a
las personas propietarias.
Los ríos Ebro, Queiles y Mediavilla en Tudela
El informe también hace alusión a la situación de las inundaciones en Tudela: «es otro claro ejemplo de las nefastas actuaciones del ser humano en los ríos. El cauce del río Ebro aguas arriba de Tudela ha sido modificado como atestiguan los tajamares del puente medieval. Hacia 1750 se construyó el dique de La Mejana, en 1900 se construyó el dique de Traslapuente. En las décadas de 1960 y 1970 se elevaron y fortificaron dichas motas de manera exagerada.
A su vez, es tradicional en la ciudad la urbanización y ocupación de las riberas del río Queiles, que recordemos es el manantial más caudaloso de Europa, y del barranco del Mediavilla. En este afán invasivo, en la década de 1970, se soterró el último kilómetro del Queiles. Pensando en soluciones ingenieriles la CHE en 2019 construye y coloca unas compuertas en las desembocaduras en los ríos Queiles y Mediavilla para impedir que el agua del Ebro remonte aguas arriba e inunde el casco urbano de Tudela».
Con todo este cúmulo de nefastas actuaciones tenemos una llanura de inundación de los ríos ocupada, el río Ebro ya no pasa de manera tangencial (perpendicular al puente) y rápida por Tudela, sino que incide de manera oblicua, primero en el puente medieval, que actúa como presa, y después enfrentando las aguas del Ebro con las aguas del Mediavilla y sobre todo Queiles. Y sobre todo con unas motas que no protegen a la ciudad, sino que protegen zonas de cultivo.
«En Tudela tenemos el mundo al revés y como ha ocurrido en esta ocasión: Traslapuente seca y Tudela inundada. Para colmo de males las compuertas en las desembocaduras del Queiles han empeorado la situación porque no se ha realizado el estudio hidrogeológico del último tramo de dicho río, para saber su comportamiento. Una vez instaladas estas compuertas las bombas de achique se han demostrado totalmente ineficaces para achicar el agua. Recordemos que ya alertamos en el pasado de estas consecuencias. Actuar de esta manera en Tudela con el Queiles es olvidar que es este río el que ha generado fallecidos en la ciudad. Es inútil ponerle puertas al campo».
«Y el agua, tanto las superficiales del Ebro, como las del Queiles y las subterráneas son el mismo elemento y buscan su salida por la zona más fácil, por la parte baja de la ciudad. Como atestigua nuestro informe de 2016 elaborado con los datos de la mayor crecida de 2015 las motas de La Mejana y sobre todo Traslapuente están afectando de manera negativa a la ciudad y hacen que el agua la inunde. Para evitar la inundabilidad, no sirven limpiezas de vegetación o dragar el río 1 km aguas arriba hasta 1 km aguas abajo quitando 1 metro de profundidad de gravas, puesto que en estos supuestos el agua seguía entrando en Tudela. Y la única situación que evitaba la inundación de la ciudad con ese caudal de 2582 m3 /seg era eliminando las motas de la Mejana y Traslapuente, es decir, permitiendo que el río lamine su crecida en su llanura de inundación».
Según este informe de Ecologistas, la solución está muy lejos de poderse llevar a cabo «por la gran antropización de estas zonas, y pedíamos crear zonas de inundación aguas arriba. Pero ahí están los datos, y la situación totalmente injusta que impide que se inunde la llanura de inundación, y permite y agrava las inundaciones en el casco antiguo de la ciudad. Tudela siempre se ha inundado con crecidas históricas de 3500 o 4000 m3
/seg, como atestiguan los datos históricos, pero todas las anteriores actuaciones que hemos repasado han hecho empeorar la situación y están originando la inundación de la ciudad con crecidas menores. Si la ciudad no está preparada para una crecida como la sucedida en diciembre, que estadísticamente podría suceder cada cuatro años, ¿lo está para una crecida extraordinaria del Ebro o una avenida del Queiles?».
«Nuestra respuesta es clara: No estamos preparados y las consecuencias pueden ser terribles tanto en bienes materiales como -ojalá nos equivoquemos- en pérdidas de vidas humanas».
El río Ebro a la altura de Buñuel
Para Ecologistas en Acción, el sistema de diques no funciona y empeora las inundaciones en cultivos y poblaciones. «No podemos constreñir a uno de los ríos más caudalosos del país entre motas. Al río Ebro se le ha dejado apenas 90 ó 100 metros de anchura de su cauce en el tramo de Ribaforada a Buñuel, algo totalmente exiguo. Eso hace que la mota inevitablemente rompa siempre ante estos caudales elevados y el agua no pueda abandonar en pocos días la zona, porque la mota en pie más abajo hace de tapón.
Esta razón y que se ha permitido el desarrollo urbanístico en la zona más baja del pueblo de Buñuel están en la justificación de los problemas de inundación. Las motas en ambas márgenes deben ser eliminadas o retranqueadas para darle anchura al río y proteger los núcleos urbanos. Se debe estudiar abandonar las construcciones en la llanura de inundación construyendo en la parte elevada del pueblo».[/ihc-hide-content]