Ecologistas en Acción critica el proyecto urbanístico de Gardachales, un proyecto del pasado, que mantiene errores del pasado. Nuestra entidad lamenta que se siga apoyando desde el Ayuntamiento una iniciativa de promoción privada, con un planteamiento nacido en los años de la burbuja inmobiliaria y que colisiona con lo que Tudela, su medio ambiente y sus habitantes necesitan.
Para Ecologistas en Acción las actuaciones urbanísticas deben centrarse en los entornos construidos, lo que en el caso de Tudela pasa por recuperar su casco antiguo y por intervenir, en general, en la ciudad ya existente: barrios de Lourdes o Griseras, entorno de la avenida de Zaragoza o c/ Juan Antonio Fernández, entre otras zonas. Sorprende que mientras el Ayuntamiento cede a los intereses privados permitiendo esta nueva urbanización, no hace más por la rehabilitación del casco antiguo y no atiende muchas de las demandas de sus vecinos.
Tudela no necesita crecer más, sino mejorar la calidad de lo existente. Sin embargo, en Gardachales se va construir una gran urbanización con casi 3.500 viviendas nuevas (en edificios de hasta doce alturas), para unas 10.000 personas. Y si bien es cierto que la urbanización de las calles y la construcción de las viviendas (y por tanto los beneficios que se generen) van a correr por cuenta de promotores privados, es importante hacer notar que el mantenimiento futuro del nuevo barrio será por cuenta del Ayuntamiento.
Los recursos públicos son limitados y escasos, y a menudo hasta la administración tiene dificultades para la realización de sus proyectos, incluso a veces para un mantenimiento digno o una mejora de las calles, la jardinería o la limpieza. Por eso criticamos la creación de este nuevo e innecesario barrio de Gardachales, que cuando esté construido hará que se amplíen las responsabilidades de gasto de las arcas públicas. Por no hablar de lo absurdo e insostenible de la demolición de la actual entrada a Tudela desde Fontellas en todo el tramo desde la vía verde del Tarazonica hasta casi la Plaza de Europa, una urbanización relativamente reciente que será sustituida por un nuevo e inmenso parque de 40.000 m2 (seis campos de fútbol seguidos). Nos parece mal que se dilapide el dinero de esta manera, demoliendo obras ejecutadas hace pocos años, cuando quedan tantas cosas por hacer en la ciudad existente, donde ya estamos viviendo 36.000 tudelanos y tudelanas.
Por razones medioambientales, las ciudades del siglo XXI deben ser compactas y la creación de barrios en su periferia no hace sino aumentar el uso del vehículo privado, porque la ciudad compacta propicia y favorece una movilidad más sostenible. Y además, aunque las nuevas normativas de construcción obligan a las edificaciones nuevas a tener una eficiencia energética muy considerable, lo más sostenible, lo que menos contaminantes emite a la atmósfera, lo que menos energía y materiales consume, es la rehabilitación de las edificaciones y la regeneración de los entornos construidos existentes. Con la rehabilitación no hay que ocupar nuevos espacios destruyendo suelo fértil (un recurso muy escaso), ni crear nuevas infraestructuras, instalaciones, dotaciones o servicios públicos, sino mantener y mejorar los existentes.
Aunque ahora nos lo quieran vender como necesario y como sostenible, y a pesar de que con el paso de los años ha ido mejorando su diseño, el barrio de Gardachales empezó a gestarse en los años del pelotazo urbanístico (2002-2003), y se aprobó en 2008, cuando se estaba planteando en la EMOT una Tudela con 20.000 viviendas nuevas (para unos 100.000 habitantes), y ese espíritu de negocio inmobiliario sigue caracterizando al actual proyecto. Porque en Tudela no hace falta suelo urbano para construir casi 3.500 viviendas nuevas (1.533 previstas en la primera fase, con edificios de hasta doce alturas junto al gran parque central). Tampoco hace falta ese gran e inmenso parque fuera de escala que se nos vende como la joya del barrio y que luego generará un coste de mantenimiento inasumible, porque tenemos parques céntricos que el Ayuntamiento no es capaz de tener en buen uso o zonas verdes como Santa Quiteria, el Cerro de Santa Bárbara o todo el entorno del Ebro que están totalmente abandonados.
Presentan el proyecto de Gardachales intentando transmitir una falsa imagen de sostenibilidad y de progreso, pero, ante los grandes retos de recursos y climáticos que tenemos por delante, el nuevo barrio no se plantea con emisiones neutras de carbono, ni está configurado integrando en el diseño desde su origen ningún proyecto de producción comunitaria de energía renovable, ni plantea soluciones a los residuos en forma de compostadores comunitarios… Veremos el tipo de jardinería que se utiliza, si está adaptada al entorno y a las condiciones climáticas. Veremos también la cantidad de carriles bici o de vías ciclables, la anchura de las aceras frente al espacio que se le destina al vehículo privado…
Y además se sigue insistiendo, por parte de los promotores y del propio ayuntamiento, en que hay que recuperar el casco antiguo y apostar por la ciudad existente. Desde nuestra entidad decimos que el modelo de urbanismo que representa Gardachales es totalmente opuesto y contradictorio a la recuperación y mantenimiento de la ciudad construida, porque mientras se destinan recursos económicos y materiales a esta nueva urbanización, no se destinan al casco antiguo o a otras zonas, repitiéndose errores del pasado y no dando solución a los problemas del presente y del futuro. Vivimos tiempos donde los promotores de grandes proyectos pervierten el lenguaje utilizando conceptos como “sostenible”, “eco”, “economía circular”. En este caso defienden Gardachales como parte de la “ciudad compacta”, y no es así. Porque la ciudad compacta ya está construida, y necesita ser mantenida o rehabilitada.
Ecologistas en Acción de La Ribera