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El Museo de Arte Moderno César Muñoz Sola acoge hasta el 9 de enero la exposición «Los años secretos», un recorrido por la vida y obra del artista tudelano en uno de sus momentos creativos más desconocidos en los que, pese a la distancia, nunca se alejó de su Navarra natal.
La colección es fruto de un importante trabajo de investigación llevado a cabo por Tomás Muñoz Asensio que permite que el público vea obras presentes en otros museos o que pertenecen a colecciones particulares. Coincide, además, con la celebración del nacimiento de César Muñoz Sola, motivo que le ha llevado a su hijo, Tomás Muñoz Asensio, a embarcarse durante tres meses en la aventura de diseñar una muestra dedicada a su padre desde un punto de vista diferente que va a permitir a aquellos que ya conocen su obra redescubrir al artista e invitar al público que todavía no lo conoce a acercarse a su obra.
La selección de obras, explica Muñoz Asensio, aúna de algún modo las etapas que el pintor pasó en Madrid, Roma, París y los Estados Unidos de América entre 1940 y 1960, al mismo tiempo que mantenía el contacto permanente con Navarra. Son unos años tan desconocidos como interesantes en la trayectoria del pintor, explica su hijo, «en los que se adentra en búsquedas estilísticas y da los pasos para convertirse en pintor y abrirse camino en una sociedad que no era muy propicia».
El conjunto de la exposición está formado por 28 obras, ocho de la colección que se exhibe de forma permanente en el Museo Muñoz Sola de Arte Moderno, propiedad de Gobierno de Navarra, que además ha cedido para esta muestra otras tres obras, El Orteguita y otros dos cuadros que habitualmente se exponen en el Palacio de Navarra, un retrato del Conde Rodezno y El Foro de Trajano. El resto de cuadros pertenecen a colecciones particulares y del propio comisario e hijo del artista, Tomás Muñoz Asensio.
El hilo conductor de la exposición es el retrato, obras en las que Muñoz Sola deja patente su extraordinario dominio del dibujo. Pero entre sus obras, Muñoz Asensio ha querido intercalar otras muchas obras que narran historias del pintor, como la pequeña obra que le permitió entrar en la academia de Bellas Artes donde se apartó del carboncillo habitual apostando por el lápiz para demostrar todo su potencial, o el «Cristo de la Columna» que pintó durante su estancia en Estados Unidos, reflejo a juicio de Muñoz Asensio del desasosiego que el artista tudelano vivió en Norteamérica.
También son «secretos» los reversos de los lienzos, donde se esconden trabajos iniciados e inacabados como el que se parapeta tras el destacado cuadro de «Orteguita» que sale del Museo de Navarra para regresar a la ciudad en la que se pintó. Una curiosa historia que Tomás Asensio resume de modo anecdótico al recordar la amistad que el pintor mantuvo siempre con el torero tudelano Julián Marín. Muñoz Sola comenzó a pintar al torero pensando que era un encargo mientras que el torero pensó que iba a ser un regalo. Ante la perspectiva de no cobrar el trabajo, Muñoz Sola terminó pintando a Orteguita, un muletilla de la cuadrilla de Marín y que hoy constituye uno de los mejores exponentes de la pintura de Muñoz Sola.
La exposición es una oportunidad para descubrir decenas de retratos del pintor, obras de su etapa académica en Madrid, veraneos en Tudela en los que se acercaba a la ciudad con ojos de extraño, Roma, donde vivió años de enorme felicidad, o París, donde como curiosidad vivió con Balenciaga y pudo retratar a la alta sociedad mientras tomaba apuntes de calle. «Hizo del retrato su medio de vida, pero había que seguir aprendiendo», recuerda su hijo.
La muestra se presentó en un acto presidido por el Alcalde de Tudela, Alejandro Toquero Gil, la Jefa de Sección de Museos, Celia Martín Larumbe y el comisario y diseñador de la muestra, Tomás Muñoz Asensio.
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