El corellano Eduardo Blanco se encuentra trabajando en la isla de la Palma desde pasado martes, donde ha aterrizado con el objetivo de seguir la evolución de la erupción del volcán Cumbre Vieja y recopilar material que deje testimonio gráfico y social de todo lo que acontece en torno a este espectáculo de la naturaleza para unos, y tragedia para quienes se han visto afectados de manera directa por sus consecuencias.
Fotógrafo de naturaleza y apasionado de los paisajes, los volcanes han sido una de las pasiones de Eduardo Blanco como fotógrafo. Hasta ahora había podido fotografiarlos en plena actividad en Costa Rica, Etiopía y Sicilia, pero no imaginaba que iba a tener la ocasión de hacerlo en su propio país. En cuanto el magma rompió el suelo de la isla canaria buscó el primer vuelo que le permitiera desplazarse a La Palma, relata.
Nada más aterrizar se ha encontrado con una isla en la que contrasta la normalidad que marca el día a día de los vecinos con las consecuencias que está ocasionado la erupción. «Es inevitable que el volcán te asombre nada más llegar, pero la mayor parte de la isla no está afectada por la erupción y, a pesar de que tienen que estar alerta, la gente sigue con su día a día. Y por otra parte, están todas las personas que se ven afectadas por el curso de la lava y que han sido desalojadas. Son los vecinos que están notando de verdad las consecuencias del volcán. Impresiona ver como sus viviendas ya han sido cubiertas por la lava y hay otras que posiblemente también acaben igual».
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Sus primeras horas en la isla le han servido para hacerse una composición del lugar y recorrer las zonas «cercanas» al volcán, desde donde puede seguir la erupción. «La realidad es que estamos bastante alejados, pero sí que podemos ver la actividad del volcán. Llega un momento en el que las carreteras están cortadas, está trabajando la UME, y hay zonas a las que no se puede acceder. Las imágenes que se ven impresionan y más cuando llega la noche, cuando la visión es más espectacular».
Blanco permanecerá hasta el sábado en la isla con el objetivo de documentar la erupción. «Al tratarse de una erupción en un sito poblado entiendo que también buscaré el componente social, de toda esa gente que vive aquí tranquilamente y que de un día para otro ha visto como todo ha saltado por los aires y sus vidas han cambiado», concluye.