[ihc-hide-content ihc_mb_type=»show» ihc_mb_who=»4,5,6,7,8″ ihc_mb_template=»2″ ] El paloteado de Cortes ya tiene una super coplilla para desarrollar y recitar en la representación del 29 de septiembre de 2017. Ocurrió ayer sábado y tuvo como protagonistas a los invitados de la boda del cortesino Carmelo Catalán con la maña Mónica Garcia. Ya tiene narices que sea precisamente en este enlace en el que, casualidades de la vida, el novio ha sido Mayoral del paloteado de Cortes durante varios años.
Esta es la historia;
El autobús que trasladaba a los invitados del novio a Zaragoza los descargó junto a uno de los salones del restaurante al que accedieron todos los viajeros con total normalidad. En el interior les esperaban los camareros y los músicos que, al verles entrar, les empezaron a recoger los abrigos, a servirles el aperitivo y a tocar sus instrumentos para que se sintieran a gusto con la música.
Muchos de los invitados fueron directos al panel de distribución de las mesas y, curiosamente, no se veían anotados por ningún lado.
Además, les resultaba curioso que en alguna mesa estuvieran compartiendo mantel Body con Perlita, Pedrito o Antoñita. También había algún David y Laurita que, para el popular «Chaparro» de Cortes, era motivo de identificación personal y de su chica, sin ninguna duda.
La mofa empezaba a surgir y todos pensaban que se trataba de una broma de Carmelo Catalán, el novio que contraía matrimonio, y mientras tanto, los invitados comían y bebían sin parar. Incluso algunos comentaban entre risas, «y ahora alguien vendrá y nos dirá que no es aquí nuestra boda».
Y así ocurrió. Al principio, todos pensaban que se trataba de una ocurrencia de Carmelo Catalán porque es bien conocido su excelente humor y espontaneidad. Pero no, no era una broma, se trataba de un error y se estaban zampando y bebiendo el ágape de otra boda cuyos protagonistas e invitados todavía no habían llegado.
Pueden imaginarse las caras de los invitados de Cortes así como las de los camareros y músicos. Éstos últimos, al enterarse de semejante confusión, dejaron de tocar inmediatamente, mientras que los camareros tuvieron que reponer todo lo que habían consumido unos invitados que no eran los esperados.
Y es que el salón de convite de los cortesinos estaba a unos 150 metros del que por error habían entrado y, tras subsanarse la confusión, pudieron disfrutar, ahora si, de la inolvidable y preciosa boda de Carmelo y Mónica. [/ihc-hide-content]