Ana Córdoba / La Voz
Si hay un elemento que dota de identidad a Marcilla, sin duda ese es su castillo. Así nos lo confirma Javier Imaz, historiador y vicepresidente de la Asociación de Amigos del Castillo de Marcilla: “Es algo que une por encima de ideologías, creencias y demás. Los marcilleses, hace décadas, veían que el castillo se estaba hundiendo y eso había que solucionarlo. Es como una especie de ADN propio. Los marcilleses no entienden nada sin su castillo. Ante su deterioro se creó una identidad en torno a este edificio. A la hora de apoyar cualquier cuestión sobre el castillo, la gente se une”.
El simbólico edificio, que celebra este año su VI Centenario, estuvo, no hace tanto tiempo, a punto del derrumbe y la ruina: “Hasta los años 70 el castillo había sido utilizado, ya que vivían en él los administradores del marquesado. Parte del castillo se alquiló a diferentes familias que tenían que ver con la administración del marquesado. Pero en el año 70 se constata que el edificio estaba en detrimento, empezaba a haber caída de tejas, alguna techumbre del paseo de ronda se había caído… Ese año se hunde también la escalera real. Entonces se decide cerrar el castillo porque se ve que no había seguridad para vivir en él. Además, hay que tener en cuenta que el castillo por fuera es de piedra, pero por dentro las construcciones son madera y barro. La falta de mantenimiento hizo que se deteriorasen, y al abandonarse, todavía más”.
La falta de mantenimiento hizo que se deteriorasen,
y al abandonarse, todavía más
Nacimiento de la Asociación de Amigos del Castillo
Como recuerda Javier Imaz, en julio de 1989, se realizó en Marcilla una simulación del asalto al castillo parisino de la Bastilla, del que se conmemoraba el segundo centenario. “Ese es el primer germen de la Asociación de Amigos del Castillo”, comenta el historiador. “Y primer germen de la vinculación de la población de Marcilla en torno a su castillo. Es el momento en el se decide que esa desidia administrativa que existía tiene que acabar para que se mantenga y no se pierda lo que era el emblema de Marcilla”.
El origen de este castillo no está claro. “Sí que es cierto que una vez que se construye, se hace a la sombra de Carlos III, uno de los grandes reyes de Navarra”, explica Imaz. “La familia a la que estaba vinculado, los Peralta, eran mano derecha del rey. A partir del él, tanto el castillo como la familia van a estar siempre vinculados a la corona, y a las embajadas y representaciones diplomáticas en Vaticano, por ejemplo, o como representación en la coronación de Carlo Magno, etc”.
El castillo de Marcilla también puede presumir de acontecimientos históricos, “como ser el lugar de nacimiento del fundador de la Real Academia de la Lengua Española, el marqués de Villena, ya que su madre se puso de parto cuando pasaban por Marcilla mientras iban a Viana invitados por el Rey de Navarra. Sin olvidar que fue custodio de la espada del Cid, la Tizona, durante siglos”.
El castillo fue lugar de nacimiento del Marqués de Villena
y custodio de la Tizona, la espada del Cid
¿Posibles sorpresas?
Aunque la recuperación del castillo es un hecho, según Imaz, queda mucho por investigar: “El castillo de Marcilla, se abandona en los 70 y se cierra con todo dentro. Comienza una fase de expolio, a veces supervisado, a veces sabido a veces no… En un momento dado, a la asociación nos cedieron documentación original del castillo que alguien tenía: libros de cuentas, cartas, otorgamientos de privilegios, etc… Que van desde el siglo XVII hasta el XX. En uno de los documentos se habla de un tema que, si realmente cuenta la verdad – que es lo que hay que demostrar -, el giro que se le puede dar al castillo sería muy grande. Pero hasta que no se documente bien no se puede adelantar nada”.
En cuanto a la Asociación de Amigos del Castillo de Marcilla, “surgió desde abajo”, asegura Imaz, “como un movimiento de los marcilleses. Cuando entré yo, tenía una actitud reivindicativa a nivel administrativo y político. Conseguimos muchas reuniones con Gobierno de Navarra, preguntas parlamentarias en Madrid a través de Uxue Barkos o de Labordeta, hicimos simposium a los que asistieron personas de la Casa de Alba y algunos marqueses de Madrid… Así conseguimos focalizar los esfuerzos y con la presencia de Miguel Sanz y Rafael Gurrea, el Gobierno Foral estuvo un poco más encima. Para que no se olvidaran de nosotros, todos los lunes enviábamos al Parlamento un trozo de ladrillo de lo que se iba cayendo».
«Luego llegó la fase de todo el proyecto, aunque el que nosotros habíamos planteado era totalmente diferente al que está hecho. El objetivo principal era que no se cayera, que se restaurara y que se le diera uso, pero sí que es verdad que entendíamos que son muchos metros útiles y que se podían haber hecho otras cosas, como un salón de actos mejor, o una sala de exposiciones”.