Las tudelanas y tudelanos ya nos habíamos dado cuenta que desde que Na+ ganó las elecciones, el control sobre todo lo que se hace y el sectarismo a la hora de que se puede hacer y quién, son una obsesión de nuestro alcalde. Después de destituciones para poner a dedo a sus acólitas o deshacerse de trabajadores por pensar diferente, el siguiente capítulo es la cultura.
Empezaré diciendo que todos los gustos culturales son respetables, siempre que, claro está, no vayan en contra de las libertades de las personas, y por supuesto en contra del medio ambiente y los seres vivos. Partiendo de esa base, todo me parece respetable, desde la persona a la que le gustan los retablos barrocos de nuestra catedral, hasta la que prefiere ver exposiciones vanguardistas de artistas locales como las que en ocasiones se exponen en la Casa del Almirante. Desde a quién le gustan los conciertos de TDDQMP o Flamingos, hasta quién prefiere un concierto de musica clasica de nuestra banda municipal.
Tenemos la suerte de vivir en una ciudad con un bagaje artístico y cultural propio, tenemos la suerte de que Tudela sea un espacio en el que conviven jóvenes que crean sus propias bandas, arqueólogos, artistas, pintoras, escritores, músicos y dantzaris. Tenemos la suerte de vivir en una ciudad en la que la cultura emana del pueblo, en la que la cultura nos impregna desde que nacemos y se regenera de generación en generación. Tenemos la suerte de vivir en un lugar en el que la cultura es parte de nuestro ser, la cultura, toda la cultura, en su diversidad nos hace tudelanas y tudelanos. La diversidad cultural hace Tudela. Toda esta cultura debería ser reconocida por la ciudad, y por supuesto por el alcalde como representante de la misma. Toda la cultura debería tener un espacio en la agenda cultural de nuestra ciudad, venga de donde venga y tengan la ideología que tengan sus exponentes.
Lo que me impacta y me enfada como tudelana, es que la agenda cultural de nuestra ciudad se base en los gustos del alcalde y no en ensalzar la cultura propia y los gustos de la ciudadanía (TODA la ciudadanía). Me parece perfecto que al alcalde le gusten los pasodobles trasnochados y nacionalistas, y los toros; y que no le guste la literatura o la historia. Pero imponer sus gustos, o más bien, dirigir la oferta cultural de Tudela para hegemonizar su ideología; me parece además de mezquino, un mal uso de la posición que ostenta. Pasar el rodillo para que solo lo que sea “del gusto del alcalde” tenga lugar en nuestra ciudad, no es muy democrático que digamos.
El ganar una elecciones, aunque sea por mayoría absoluta, no le da derecho a nadie a silenciar a la mitad de la población que no les ha votado; no les da derecho a tapar la parte de la historia de esta ciudad que no les interesa o que debilita su discurso político.
Por mucho que se empeñen e intenten esconcerlo, Tudela la fundaron los musulmanes, aquí siempre vivieron en paz judios, musulmanes y cristianos. En esta ciudad vivieron los reyes del Reino de Navarra, especialmente Sacho el Fuerte, que vivió en el castillo del Cerro de Santa Barbara y fue enterrado en el Iglesia de San Nicolas (esas ruinas que no quieren poner en valor y esa iglesia cuyas excabaciones han parado). Aquí vivió Muza ibn Muza, hijo de Oneka y hermano de Eneko Aritza, fundador del reino de Navarra. Aquí nació Aquiles Cuadra, alcalde de nuestra ciudad y republicano; fusilado, junto con la mitad del gobierno de Tudela en el alzamiento militar. Esta ha sido siempre tierra de paso, tierra de agricultores y campesinos, tierra de comunales. Aquí viven hoy en día miles de personas con gustos, ideologías y trayectorías de vida diferentes. El gobierno de nuestra ciudad debería dar voz y lugar a todas ellas, no solamente a las que son y piensan como ellos.
Un alcalde que oculta y desprecia la historia de su pueblo, que silencia a los que no piensan como él e impone sus gustos como si fuese un ser superior que sabe lo que le conviene a su rebaño, o no sabe que vivimos en el siglo XXI y que la gente sabe pensar por si misma; o es que no sabe gestionar el poder. Yo diría que es un poco de ambas cosas y que la deriva a la que nos lleva este despotismo no es buena para Tudela.
Edurne León Sánchez