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El murchantino Alejandro Simón Palomares ha vivido en primera persona como el club de sus amores, el Villareal CF, hacía historia proclamándose campeón de la Europa League en una final que se recordará por su interminable tanda de penaltis.
La culpa de que este joven de 25 años sea seguidor del submarino amarillo desde que tenía 10 años la tienen sus primas de Castellón, socias también del Villarreal, que le contagiaron el enorme amor con el que se vive el fútbol en la provincia valenciana. «Coincidió que era la época de Riquelme, los años de Champions y el Villarreal estaba en el top del fútbol. Me llevaron a tres o cuatro partidos. Vi al Arsenal, al Manchester City y a mí eso me enamoró y cogí mucha afición por el Villarreal», recuerda todavía con el cansancio acumulado tras 32 horas sin dormir.
Las emociones comenzaron a desatarse cuando el jueves 13 de mayo recibió un mensaje del Villarreal en la que se le comunicaba, como socio, que podría acudir a Polonia a presenciar la final en directo. «Se me cayó hasta el móvil de las manos. Llamé a mis padres, y comenzó una locura increíble, pidiendo vacaciones en el trabajo, preparando el viaje, coger el avión allí y estar 32 horas increíbles sin dormir», relata.
La crónica del partido nos la han contado y la hemos visto una y mil veces estos días por su histórica tanda de penaltis, 22 lanzamientos en total para que, finalmente, el Villarreal pudiera levantar esa ansiada copa. «Creo que hice 5 kilómetros andando de lado a lado de la grada, sin parar de los nervios. Era algo que no se había vivido nunca, ¡qué tuvieran que tirar hasta los porteros!. Después del último penalti comenzamos a abrazarnos con todo el mundo, a llorar después de años y años de sufrimiento. Fue un cúmulo de sentimientos, siendo además de fuera y sintiéndome uno más de Villarreal, arropado como uno más, con mi pañuelico de Navarra, escuchando a la gente cantar a San Fermín pedimos… y haciéndote sentir uno más de ellos, es algo que no se puede describir. Muchísima emoción. Una pasada».
Tampoco quiso perderse la emoción del recibimiento al equipo en Villarreal, una localidad de 50.000 habitantes volcada a una con el equip y tiene un equipo en Europa, campeón y que viene desde la Tercera División. Sientes al equipo como tuyo, allí todo el mundo se conoce, todo el mundo se siente partícipe del éxito es que es experiencia súper bonita», describe.
En estos años la distancia entre Murchante y Villarreal ha sido el mayor obstáculo que ha tenido Alejandro para seguir a su equipo, reconoce. «Al no ser un equipo grande no echaban por la televisión muchos partidos, así que me tocaba seguirlo por la radio, aprendí hasta un poco de valenciano de tanto escuchar los partidos». Luego estaban los desplazamientos, renunciando incluso al viaje de estudios para poder acudir al estadio de la Cerámica a ver a su equipo. Con el paso de los años le tocó afrontar los estudios y no dudó en irse a Benicasim a cursar el Grado Superior de físico deportivo, para estar cerca de sus colores.
Además, que un murchantino vistiese de amarillo no pasó desapercibido en la localidad. «He tenido que aguantar muchas bromas. Siempre era el raro para todo. Pero también tengo que decir que ser el aficionado de un equipo diferente ha hecho que se genere más inquietud por el equipo en Murchante y mis amigos, por ejemplo, siguieron todos la final con mis camisetas del Villarreal. Hoy pudo decir que en Murchante se conoce al Villarreal y en Villarreal conocen Murchante».
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