Son dos verbos que utilizamos a diario, con significaciones muy distintas, aunque a veces las confundimos, utilizando ser en lugar de estar y viceversa. El verbo ser expresa la esencia de algo, y sirve para definir, diciendo que “esto es tal cosa”. Pero también lo usamos para significar, no ya la esencia de una persona, sino su profesión: “mi amigo es fontanero” etc., siendo que en estos ejemplos el significado del verbo es el de “trabajar como”. Tiene además otras significaciones, siendo las más importantes equivaler y estar incluido en un grupo: “tres por dos son 6, y yo soy navarro”, son adecuados ejemplos.
El verbo estar se refiere sin embargo a una localización espacial, por ejemplo “estoy en casa”, aunque también nos servimos de él para expresar cómo nos encontramos, diciendo en estos casos frases como: “estoy triste”, o “estoy enamorado”. En los dos casos se quiere significar que la persona tiene en eso momentos una cualidad, la tristeza o el amor, dando a entender que el yo es una entidad permanente que ahora está tocado por estos afectos, y que los puede cambiar por otros, siendo ese cambio como cambiarse de camisa: el sujeto sigue siendo el mismo y solo cambia su vestimenta.
En estos tiempos de pandemia no es que estemos tristes y preocupados, sino que somos tristeza y preocupación
Pero esto no es del todo exacto. Bergson, un importante filósofo francés del pasado siglo, decía que nuestro yo, o nuestra conciencia que viene a ser lo mismo, no es un sustrato inmóvil y permanente sobre el que se decantan los distintos estados, sino que los sentimientos no son atributos extraños y distintos al yo, sino que cada uno constituye al yo por entero, es decir, no es que yo esté triste sino que soy triste, todo mi yo es tristeza en ese momento, aunque luego me pueda convertir en alegría, en cuyo caso habría que decir no que yo estoy alegre sino que soy alegre, que soy alegría.
Nuestra manera de hablar nos engaña y nos hace creer que nuestra conciencia permanece estable mientras recibe distintos estados emocionales, cuando la realidad es que el yo fluye continuamente y se puede convertir por completo en cada uno de esos estados. Así que en estos tiempos de pandemia no es que nuestro yo esté triste, angustiado o preocupado, sino que somos tristeza, angustia o preocupación, y eso se traslada a nuestros actos. El obrar sigue al ser, confirma el proverbio, por lo que cuando somos tristeza o preocupación, obramos en función de lo que somos, no pudiéndolo hacer de otro modo, porque es nuestro ser el que actúa. Sería bueno que tuviéramos esto en cuenta, porque así entenderíamos mejor a los demás y a nosotros mismos.
Alfonso Verdoy