La pandemia ha tensionado sobremanera las ya delicadas costuras de la Sanidad Pública navarra.
Desde diferentes colectivos sociales, profesionales, y de Salud, hemos venido manifestando desde hace años nuestra preocupación por el deterioro de la Atención Primaria, recogiendo el importante malestar social y profesional en este campo.
¿Pero es tan consciente la sociedad del deterioro funcional y estructural que a día de hoy presentan los hospitales públicos?
Desde hace años hay una tendencia internacional para realizar profundas reformas en los sistemas sanitarios y – en esta búsqueda para adaptarse a los nuevos retos, nuevas necesidades y mejoras en los resultados en salud – es necesario y urgente desarrollar iniciativas de reforma de los hospitales públicos.
En nuestra opinión, las alternativas deben pasar por un Sistema Sanitario Público con reserva funcional, sostenido por una Atención Primaria robusta y por una Atención Hospitalaria gestionada mejor y con audacia.
¿Y qué ha pasado en los hospitales durante la pandemia? Empezaremos por decir que su funcionamiento ha mostrado importantes signos positivos, en la mayoría de los casos relacionados con la propia iniciativa y voluntariedad de profesionales de todos los estamentos y categorías. Hay muchas muestras de ello, como son la colaboración entre servicios, el enorme sacrificio e ingenio de los y las profesionales, la flexibilidad laboral, el teletrabajo, la telemedicina o la integración temporal de profesionales de varias especialidades bajo la coordinación del Servicio de Medicina Interna.
Sin embargo, son de destacar otros aspectos que han sido bastante problemáticos, Por ejemplo, los hospitales han quedado relativamente aislados de la sociedad, de la Atención Primaria y del resto del sistema sociosanitario. Las repercusiones las han sufrido las personas con patología Covid, y también muchas con otras patologías a las que se les han suspendido pruebas diagnósticas y terapéuticas.
Es público y notorio que los números de la lista de espera para consulta desgraciadamente se han disparado. No todas las consultas precisan de la misma periodicidad ni del mismo tiempo de atención. Por ello, para poder mejorar el sistema, y reducir las listas, se requeriría –entre otras medidas- un tipo de análisis pormenorizado, que discriminase entre los diferentes tipos de consultas, como por ejemplo entre una revisión anual de hipertensión o una revisión para resultados diagnósticos en patología autoinmune, neurológica o cáncer.
Por otro lado, en nuestra opinión, otra consecuencia de la poca determinación política en defender la Sanidad pública y de la gobernanza cortoplacista, ha sido la de la escasez de profesionales. Una escasez condicionada, entre otras razones, por las precarias condiciones laborales ofrecidas en los contratos.
Otro aspecto muy preocupante es que los hospitales no disponen de mecanismos de participación, reflexión o innovación. Ello está muy relacionado con todo lo anteriormente expuesto.
Entendemos que el hospital del futuro en el SNS-Osasunbidea deberá́ insertarse dentro de una red de servicios que garantice una asistencia a patologías agudas complejas y así mismo la continuidad e integralidad de la asistencia, desarrollando programas de atención sistemática al “paciente con patología crónica compleja”. Todo ello coordinado e integrado con el resto de los niveles asistenciales, con la Atención Primaria como eje vertebrador. Por eso y al mismo tiempo, debería sacarse del hospital todo aquello que la Atención Primaria sí podría y debería atender si dispusiese de medios materiales y personal suficiente. Es clave, además; la coordinación con el espacio socio-sanitario.
Las innovaciones tecnológicas tenderían a reducir las estancias y se podrían abordar de manera ambulatoria los procedimientos intervencionistas, lo que conllevaría una menor necesidad de camas de hospitalización convencional, un aumento de los recursos físicos dedicados a la actividad ambulatoria intervencionista y, una importante mejora de la asistencia hospitalaria, a la que se podrían destinar mayores recursos humanos y tecnológicos.
Al mismo tiempo, consideramos fundamentales las inversiones en humanización: habitaciones individuales, circuitos hospitalarios que den privacidad e intimidad, entornos hospitalarios libres de humos, partos naturales y contacto piel con piel universales, proteger la lactancia materna deseada, espacios para la información clínica de alta sensibilidad, espacios de encuentro de asociaciones de pacientes, etc.
Esta pandemia nos ha dado la oportunidad de repensar el Sistema Público de Salud. Si no cuidamos la Sanidad Pública, ella no nos podrá cuidar cuando la necesitemos. Desde la política no es suficiente con gestionar una Sanidad Pública heredada de forma inercial y sin visión futura. Quienes gestionan deberían hacerlo con anticipación, audacia y participación, superando un modelo a la defensiva y cortoplacista. Para sus profesionales sería deseable fomentar una cultura de asunción de responsabilidades tratando de salir de ese estado de malestar laboral en el que no se valora el talento, la formación, la investigación ni la reflexión continua. La ciudadanía debería disponer de instrumentos y órganos de participación, absolutamente indispensables para que los hospitales cumplan con su insustituible función dentro del Sistema Público de Salud.
Por todo ello, desde nuestra Asociación alertamos de la urgencia de no posponer más los debates y reflexiones que promuevan los cambios necesarios para este hospital del futuro, pieza fundamental para lograr un sistema sanitario sostenible y eficiente.
Iván Méndez e Isabel Sobejano / Asociación para la Defensa de la Salud Pública de Navarra ADSPN/ Nafarroako Osasun Publikoaren Aldeko Elkartea NOPAE