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Los alumnos de 4º de ESO participaron en una ponencia, impartida por dos expertas de los Servicios Sociales, se incardina dentro de la programación del INAI (Instituto navarro para la igualdad). Las dos ponentes, Amaia e Idoia, ambas trabajadoras sociales, explicaron al alumnado la manera en que ellas atienden a las víctimas y las acompañan a lo largo de todo su proceso vital: las derivan a psiquiatría o a los educadores sociales, si fuera necesario, o las acompañan en su búsqueda de empleo, nueva vivienda, etc. Asimismo, las mujeres víctimas reciben también asesoría legal gratuita.

La charla, no obstante, comenzó aclarando qué se considera legalmente, en la actualidad, violencia de género. Para que un delito entre dentro de esta clasificación se ha tenido que dar, o darse en el presente, una relación sentimental entre víctima y agresor. Aclarado este punto, las ponentes detallaron que la violencia puede ser física, psicológica, económica o sexual.

Otro aspecto interesante de la charla fue la reflexión sobre un vídeo que acumulaba un buen ramillete de canciones muy conocidas, de épocas y estilos diversos. Todas tenían en común la emisión de mensajes machistas de posesión, dominación, control y violencia sexual hacia la mujer. El alumnado, con esta actividad, se pudo dar cuenta de cómo muchas veces asumimos como “normales” mensajes altamente tóxicos y agresivos. Este, y otros ejemplos, suscitaron la reflexión sobre los roles tradicionalmente adquiridos que es necesario transformar.

Por último, las ponentes explicaron a través de un ejemplo basado en hechos reales cómo la violencia de género suele producirse de manera gradual, como si fuera una escalera. Cuestiones como el control de las amistades, el control telefónico, la pérdida de las aficiones, la invasión de las redes sociales propias, los cambios en la indumentaria o la pérdida y el aislamiento del entorno de afectos y de ocio se suelen producir de manera paulatina, hasta que la mujer siente que ha perdido su vida anterior.

Con esos ejemplos, muy cercanos e ilustrativos para los adolescentes, el alumnado ha aprendido a detectar señales de alarma. La ponencia resultó de mucho interés para estos grupos críticos de edad (15-17 años, la gran mayoría) y les animó a reflexionar sobre su contexto social y personal.

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