Un 25 de diciembre, como cada año, una familia celebraba la Navidad. Se encontraban María y Juan, junto a su hija Natalia. La madre era amable, pero un poco rencorosa. Tenía unos ojos color castaño y unas orejas pequeñas, pero bonitas. Juan era guapo y un poco mandón. Tenía unos ojos verdosos y una nariz pequeña. Por su parte, Natalia era generosa y humilde, con unos ojos azul cielo profundo y una boca perfecta.
Empezó la Navidad, como cada año, rodeada de felicidad hasta que el abuelo de Natalia cayó enfermo. María estaba muy preocupada por el tipo de enfermedad que podría ser. Pasaban los días sin unos resultados claros y seguían esperando y esperando. Continuaban sin saber nada y Natalia decidió que no iba a estar sentada viendo pasar los días. Así que celebraron la Navidad como en años anteriores, pero María seguía preocupada y se puso a pensar en su padre. Rememoró momentos vividos con él. Estuvo dándole vueltas a aquella vez en la que su padre dejó el trabajo porque ella estaba enferma. No podía celebrar la Navidad sin estar su padre presente. Entonces, cuando los demás ya estaban dormidos, marchó al hospital. Recordó una frase que su padre le dijo una vez “Si yo estoy enfermo alguna vez, no te preocupes por mí”. No sabía que hacer.
La angustia le atormentaba. ¿Cómo podría cuidar de su padre?¿Estar con su familia?¿Celebrar la Navidad?
De repente….”piiiiii” sonó el despertador. Todo había sido una pesadilla. Gritó de alegría y rápidamente llamó a su padre. Se encontraba en perfecto estado. Aquel año fue una de las celebraciones más entrañables de la familia.
Alumnos y alumnas de 4ºA
Unidos por el coronavirus
Ocurrió el día 15 de diciembre. Papá Noel empezó a encontrarse mal y acudió al médico porque no quería ponerse peor por las fechas que se acercaban. Pensaba que sería otro catarro más pero cuál fue su sorpresa cuando le comunicaron que tenía Coronavirus.
-“¡No puede ser!, dijo Papá Noel. ¿Qué haré ahora? ¿Cómo repartiré todos los juguetes que los niños llevan esperando más de un año?”. Y se puso muy triste. De momento no se encontraba muy mal. “Quizá sea asintomático -pensó- o lo peor llegará después”. Y así fue. Comenzó la fiebre, la tos, los estornudos y… hasta el propio Rudolf volvió a vivir al establo con el resto de ciervos para no contagiarse.
Uno de los días que el reno favorito de Papá Noel paseaba por los alrededores de la casa se asomó a la ventana y vió que el anciano seguía muy preocupado por la noche del 24 de diciembre.
“Se me ha ocurrido una idea” -comentó Rudolf-. “¿Por qué no llamas a los Reyes Magos y les cuentas lo que te ha pasado? Yo creo que te ayudarán encantados”.
“No lo sé…” -contestó Papá Noel. Todos los años estamos compitiendo entre nosotros para ver quién da más regalos y, entonces, si este año reparten lo mío me ganarán seguro”.
Los días fueron pasando sin tener una solución y Papá Noel no mejoraba. Ya era 20 de diciembre y seguía tumbado en la cama . A lo lejos vio a Rudolf pastando y lo llamó.
“He pensado, querido amigo, que el 2.020 ya ha sido demasiado duro para todos como para que los niños también dejen de tener sus regalos de Navidad. Así que, aunque no me hace ninguna gracia, llamaré a los Tres Magos”.
Papá Noel cogió el móvil. La mano le temblaba porque estaba débil y también por la noticia que tenía que comunicar a Sus Majestades. Tenía tanto miedo y vergüenza que prefirió mandar un audio de whatsaap a Melchor.
“Jouh, jouh, jouh!!! (tojo, tojo) Melchor, compañero… ¿cómo estáis los tres? Quería comentarte que me he puesto enfermo con coronaviurs y no podré hacer mi reparto de regalos dentro de cuatro días. Eeehhh… ya sé que hace años que no hablamos pero quería que le preguntaras a Gaspar y Baltasar si sería posible que este año vinieráis antes y llevaráis vuestros regalos junto con los míos a todos los niños….Me imagino que estarás sorprendido pero ya me contestaréis algo, por favor”.
“Bip…biiiiiip”. Al minuto siguiente sonó un mensaje en el móvil de Noel. Todavía más nervioso cogió el aparato… Era otro audio de Melchor. El corazón de Papá Noel iba a mil por hora… Y le dio al play.
“¡Que Dios te Bendiga viejo amigo! Espero que te recuperes pronto. Nosotros acabamos de terminar la cuarentena en Alemania y nos disponíamos a bajar a España. Claro que lo haremos… con mucho gusto. Y así, además, te ganamos por fin en esta competición que tenemos. (Ja, ja, ja). No te enfades… es una broma… lo que no sé es cómo haremos para llevar tantos regalos. Nuestros camellos y pajes no podrán con todo”.!!!
Papá Noel lloraba de alegría. “Rudolf, Rudolf…. ¡narizota roja! ¡Me han dicho que sí! ¡Qué gran idea has tenido! Voy a decir a los Tres Magos que te enviaré con unos cuantos elfos para ayudarles y así repartir todo muy rápido. Jouh, jouh, jouh, ¡qué feliz estoy!”.
Así, llegó la Nochebuena Papá Noel se encontraba bastante mejor pero seguía muy cansado y no hubiera podido hacer su trabajo. “Menos mal que todo ha salido como Rudolf planeó y que los Magos de Oriente han decidido ayudarme. Desde este año, les invitaré cada Navidad a venir un poco antes y a pasar unos días aquí para que se acabe esta pelea tonta que tenemos”, dijo Papá Noel.
Aquella noche del 24 de diciembre de 2.020 fue única y especial para todos los niños de la tierra porque además de recibir en sus casas más regalos de los esperados, encontraron una tarjeta misteriosa que decía:
“En esta Navidad hemos unido nuestras fuerzas. Somos Papá Noel y los Reyes Magos que, por primera vez en la historia os traemos juntos los regalos, en la misma noche en la que el Niño Jesús nació. Algo bueno tenía que tener este virus y ha sido que, gracias a él, nos hemos convertido en los mejores amigos para la eternidad”.
Los alumnos y alumnas de 4ºD
El verdadero regalo de Navidad
Había una vez unos niños llamados Carla y Nico que vivían en Tudela y les encantaba la Navidad.
Al levantarse la mañana de Reyes vieron que no había ningún regalo ni adorno navideño. Al poner las noticias escucharon que había una sombra que se había desplazado rápidamente por toda la ciudad jaqueando todas las tiendas de regalos.
Carla y Nico, lejos de entristecerse, decidieron poner a prueba todas sus habilidades como inventores e investigadores. Decidieron construir una máquina de tiempo que les llevase al momento en que se estaban produciendo los robos.
Y, ¡allí estaba la sombra! Decidieron seguirla y llegaron hasta un almacén. Al mirar dentro vieron a la sombra llorando en un rincón rodeada de regalos y, para su asombro, de los tres Reyes Magos encerrados.
Al acercarse descubrieron que solamente se trataba del dueño de la tienda de juguetes más grande de la ciudad.
Cuando Carla y Nico le ofrecieron su ayuda, les contó su historia.
Cada día en la tienda veía a más y más niños pidiendo una lista enorme de regalos pero ninguno era para compartir, ayudar o para pasar tiempo en familia.
Al ver su arrepentimiento decidieron ayudarle.
Devolvieron los regalos y liberaron a los Reyes Magos para que pudieran seguir su camino.
A partir de ese momento ayudaron al juguetero durante todo el año a hacer campañas de recogida de juguetes para los niños necesitados y organizar unas divertidísimas jornadas de juegos en familia para todas las edades.
Alumnos y alumnas de 4ºB
El milagro de la Navidad
Nos encontramos en diciembre del año 2020, un año de crisis sanitaria, cuanto menos un año diferente. Se acerca la Navidad y parece que no va a ser fácil celebrarla. Ernesto es un niño de 9 años al que le encanta pasar la Navidad en familia pero, sin embargo, estas fechas le hacen ser algo caprichoso ya que siempre quiere conseguir todos los regalos que le gustan.
Debido al ya conocido COVID-19, este año su abuelo, al que tanto quiere, no podrá ir a pasar la Navidad con él. Además, los Reyes Magos lo van a tener muy difícil para ir de casa en casa ya que, su avanzada edad les convierte en personas de riesgo.
Todos los niños de su colegio, la Compañía de María, están muy tristes y la profesora les ha propuesto rezar al niño Jesús, pues es él el que nace en estas fechas, para que ocurra un milagro. Deben pedir para que salga la vacuna cuanto antes y así tener unas Navidades tranquilas.
Ernesto, este año, no estaba tan pendiente de los regalos si no que, preocupado, decidió ponerse delante del niño Jesús del Belén de su casa y pedir por el fin del virus. Concentrado en su oración, comenzó a escuchar una voz que le decía:- He podido ver en ti un cambio de actitud. Ya no estás tan obsesionado con los regalos y te preocupa más el poder estar en familia celebrando mi nacimiento. Sé que lleváis mucho tiempo sufriendo las consecuencias de la irresponsabilidad de los demás. Veo tanto sufrimiento en la humanidad que voy a intentar ayudaros haciendo que la vacuna salga adelante.- Ernesto no se podía creer lo que había sucedido ¡Jesús le había hablado!
Pasados unos días de rezar a diario, escuchó en las noticias que la vacuna estaba funcionando y que probablemente podrían celebrar la Navidad juntos. Ernesto se puso muy contento al enterarse de la noticia ya que su querido abuelo podría venir a disfrutar con él de esta maravillosa época que es la Navidad. Y así sucedió, gracias a las oraciones de los niños de 4ºC, la humanidad pudo celebrar el nacimiento de Jesús en familia y sin mascarillas.
Cuando Ernesto recibió los regalos, que los Reyes Magos pudieron finalmente entregar, decidió llevarlos a una asociación que se encargaba de ayudar a las personas más necesitadas. Pudo darse cuenta que la felicidad no consiste en tener lo que quieres si no en querer lo que tienes.
Los alumnos y alumnas de 4ºC