Inquietud, preocupación y miedo. Estas fueron las sensaciones que ha vivido Miguel Aguirre Yanguas, alcalde de Fitero, durante una pandemia por la Covid 19, que en sus inicios castigó duramente a esta localidad.
¿Cómo está viviendo estos meses de pandemia desde su responsabilidad de alcalde?
Los primeros meses, marzo y abril, con mucha inquietud, preocupación y en momentos con miedo. Era un contexto desconocido y por lo tanto confuso y fuimos reaccionando en función de los escenarios que teníamos ante nosotros. Luego, finalizado el primer estado de alarma, con un importante sentido de la responsabilidad, en el sentido de que había que ser conscientes de que con cualquier paso en falso podíamos poner en riesgo la salud de los vecinos: piscinas, actividades culturales…
¿Y cómo presidente del Patronato de la Residencia de Ancianos?
Confiando plenamente en el equipo de profesionales de nuestra residencia. Aquí he tenido que ser muy templado, al fin y al cabo yo dirijo una residencia de ancianos y mi papel, aquí, es otro muy distinto. Pero ciertamente, hemos sufrido mucho en nuestra residencia y he podido compartir ese sufrimiento. La comunicación con la dirección ha sido, es, constante. También lo he vivido con orgullo. Que varias empleadas decidieran confinarse en el centro, en marzo, cuando la residencia estalló, no es solo un ejemplo de profesionalidad. Es un ejemplo de grandeza humana y ética. Había que garantizar los cuidados, y nuestras profesionales lo hicieron.
¿Cuáles han sido los momentos más duros?
El corazón se nos congeló en marzo, la tarde del día 22, domingo; no se me olvidará la llamada de Raquel, la Directora, para comunicarme que la Covid había entrado en la residencia de Fitero. Fueron semanas muy duras emocionalmente. Fallecieron nueve residentes y muchos más se contagiaron y tuvieron que vivir aislados en sus habitaciones. Aquellas semanas fueron tremendamente dolorosas. Vivimos con un temor indescriptible y, por otro lado, con la convicción más auténtica de disponer del mejor equipo humano y profesional en nuestra residencia. Además de todo ello, cuando te enterabas de que algún vecino estaba grave o que había fallecido, se encogía el corazón.
¿Qué destacaría del comportamiento de sus vecinos?
Los fiteranos han sido ejemplares en el cumplimiento de todas las indicaciones sanitarias, en el respeto de los confinamientos, en su compromiso solidario, ¡en todo! Y junto a la ejemplaridad, la colaboración.
¿Cuáles han sido las medidas más duras que ha tenido que tomar el Ayuntamiento en este tiempo?
Todo ha sido muy duro. Fue muy duro fue suspender las fiestas de San Raimundo.
No abrir las piscinas fue una decisión muy compleja. Hubo quienes pensaron, evidentemente, que la decisión era la más fácil. Pero no, fue todo lo contrario. Lo fácil hubiese sido abrirlas y que saliese el sol por Antequera. Lo difícil era tomar la decisión de no abrir para minimizar los riesgos. ¿Las fiestas de la Virgen de la Barda? Bueno, era algo que todos lo íbamos asumiendo con el paso del tiempo.
¿Cuáles son las próximas acciones a realizar desde el consistorio?
Recientemente hemos aprobado una convocatoria de ayudas extraordinarias a autónomos y comercios de 30.000 euros y hemos eliminado, para este 2020, la tasa por ocupación de terrazas como medida de apoyo a la hostelería. También lanzamos una campaña de apoyo al comercio local con 500 bonos de 10 euros cada uno de ello. Vamos a comenzar los trabajos de un Plan de Desarrollo Local con agentes políticos, sociales, económicos y culturales de Fitero.
Esta Navidad va a ser muy diferente, ¿Qué estrategia tienen desde el Ayuntamiento?
La misma que hasta ahora: actos, los justos; prevención. Pero te adelanto algo: los Reyes Magos, vendrán a Fitero.
“Del Gobierno de Navarra eché en falta calor humano”
¿Cómo está siendo la colaboración entre Ayuntamiento y Gobierno de Navarra?
El único, y reitero, el único hilo directo que yo he tenido con Gobierno de Navarra ha sido con la Consejera de Derechos Sociales, con Mari Carmen. Desde el mismo 22 de marzo, día en que la residencia nos saltó por los aires, la comunicación fue constante, sin intermediarios y lo digo y lo diré, una comunicación alentadora. El Departamento de Derechos Sociales trabajó con Fitero y Fitero trabajó con el Departamento cuando se decidió que el Balneario acogiese enfermos de Covid. La Consejera, e incluso la propia Presidenta, María Chivite, han reconocido en público la ayuda que brindó Fitero al Departamento.
Pero permíteme una reflexión. La hago con dolor y sin dejarme llevar por la acritud. Esta situación nos llegó y nadie estábamos preparados para afrontar algo así. Esto lo entendemos todos. Pero en situaciones así es cuando se percibe la deshumanización de la política. ¿Alguien cree que lo que necesitábamos los alcaldes, de la Administración Foral, era simplemente apoyo logístico? Por supuesto que no. Necesitábamos algo más: al menos que nos hicieran ver que nos respaldaban, que no estábamos solos, que se preocupaban por nuestros pueblos..¡Hubiese bastado con llamadas telefónicas de cortesía!
Insisto. Dentro del caos al que todos nos vimos sometidos, y comprensible, eché en falta el calor humano que, todo sea dicho de paso, los alcaldes tratamos de dar a nuestros vecinos. Calor humano que yo recibí de mis vecinos.