Poco a poco se va perdiendo la costumbre de leer la prensa. Decimos que con la radio y la tele nos basta y, por ello, vamos espaciando cada vez más su lectura. Pero es una verdad a medias, porque aunque las emisoras y las tv emiten noticias en abundancia y con rapidez, no es siempre cierto que con eso nos baste. Porque tanto la radio como la televisión ocupan nuestro tiempo pero casi nunca de manera primordial, sino cuando hacemos algo: conducir, comer, ducharnos, guisar, etc. Y en esas situaciones prestamos atención a tantas cosas, que las noticias se nos suelen quedar cogidas con pinzas, y apenas entran en nuestra vida, salvo que se trate de un suceso importante.
Un estudioso publicó hace unos días que, según investigaciones fiables, nuestra capacidad de atención no supera los nueve segundos. Nos ofrecen a diario tantas novedades publicitarias, políticas, culturales etc., que nuestra mente se ha acostumbrado a ir de un lado a otro sin posarse demasiado en ninguno.
Al leer somos totalmente activos, pues decodificamos ese conjunto de signos incongruentes que es la escritura
Algo muy distinto a lo que sucede al leer la prensa. En principio el periódico se lee con todo el cuerpo, no porque lo forcemos, sino porque sujetamos el diario con las dos manos, los miembros más inteligentes que tenemos y mediante los que trabajamos dando salida a nuestro yo, lo que supone un alto grado de atención, pues si las manos están ocupadas en algo, nosotros también. Nos desentendemos de lo que nos rodea y solicitamos un silencio que no siempre logramos, pero pese a ello permanecemos concentrados en sus páginas, y no por nueve segundos, sino durante el tiempo necesario, que además se nos pasa en un suspiro y nos produce un agradable relax.
Por si fuera poco, al leer somos totalmente activos, pues hemos de decodificar ese conjunto de signos incongruentes que es la escritura para formar en nuestra cabeza los conceptos adecuados, mientras ante la radio y la tele nos comportamos pasivamente: nos basta con ver y escuchar, sin que tengamos que aportar nada por nuestra parte, y en consecuencia podemos dejar que otras opiniones se adueñen de las nuestras. Sin embargo al leer la prensa nos introducimos por propia iniciativa en la realidad, ya no es algo que pasa ahí afuera, sino algo que nosotros vivimos y juzgamos según nos parece, sin tener en cuenta lo que otros digan. Contactamos pues de lleno con el mundo exterior y contactamos también con nosotros mismos, puesto que hemos tomado las riendas de nuestros actos. Así que leer el periódico tiene sus ventajas, no solo enterarnos de lo que pasa, sino sobre todo afianzar nuestro personal criterio.