Manuel Martínez, sentado, junto a sus hijos José Manuel, José Ángel y María Camino; los cónyuges, Charo, Elena y Carlos; la nieta mayor Sheila con su esposo José Antonio; y la biznieta Adriana.
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Manuel Martínez Royo cumplió 100 años el pasado 27 de junio. Hijo de Gregorio Martínez y Teresa Royo nació en la calle Eras Altas de Monteagudo y tuvo dos hermanas. Hasta su primera comunión fue monaguillo en la parroquia del pueblo, animado por su abuelo que ejercía labores de sacristán. No toma, ni ha tomado, una pastilla en su vida, tan sólo ha estado en un hospital para sendas operaciones de una hernia y próstata,respectivamente. Hace 5 años sus hijos tuvieron que vender el tractor y una mobilette para que dejara de conducir.

Desde muy joven su obsesión y pasión fue el trabajo. Se dedicó siempre a la agricultura, como jornalero y cuidando sus tierras en el campo. Ejerció de presidente en el Sindicato de Riegos, en el equipo de fútbol del CA Monteagudo y fue fundador y presidente del club de jubilados.

Perteneció a la quinta del 18, denominada la quinta del ‘biberón’, y le tocó ir al frente nacional el último año del conflicto.

El 24 de agosto de 1949 contrajo matrimonio con Consuelo Sandúa Grijalbo. Tiene 4 hijos, José Manuel, los gemelos José Ángel y Jesús Mari, y María Camino, seis nietos y cuatro biznietos.

Enviudó a los 45 años cuando el mayor de los hijos contaba con 15 años y tan sólo tres meses la pequeña. “Una hermana de mi madre se hizo cargo de María Camino hasta que fue mayor de edad y se fue a vivir con mi padre”, decía José Manuel.

Manuel Martínez trabajó también en la bodega cooperativa de Monteagudo. “Recuerdo que
después de 12 horas en la cooperativa, por la noche se iba a cultivar y arreglar sus tierras del campo”, comentó José Ángel.

A partir de los 65 años adquirió la costumbre de salir todas las noches y hacer la ronda de bares con sus amigos. Esta actividad la mantuvo hasta que sufrió una caída hace cuatro años. Desde entonces sus cuatro hijos del pueblo se reparten la atención al padre.

El nuevo centenario nos desveló el secreto de su longevidad: “trabajar mucho, estar activo siempre, y comer un huevo frito, si se puede acompañado de patatas fritas, en la cena todas las noches”, dijo. ç

Sus hijos añadían más causas. “Ha sido una persona muy servicial, siempre
dispuesta a ayudar a los demás, y buscando la conciliación si se encontraba con alguna pelea. Nunca ha hecho mal a nadie, ni lo hemos visto discutir ni hablar mal de la gente”, confesaron.

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