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Noches mágicas, por Carlos Muñoz

El crepúsculo del cine italiano

Una imagen del film Noches Mágicas
Una imagen del film Noches Mágicas
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Paolo Virzi, director nacido en Livorno, siempre ha mostrado cierto toque extravagante en sus películas, Locas de Alegría, El factor humano. Aquí narra la historia de tres jóvenes finalistas de un premio que se otorga a guionistas, los cuales acuden a Roma, donde conocerán la industria cinematográfica italiana, y el mundillo que la rodea. El film lo protagonizan: Mauro Lamantia, Giovanni Toscano, Irene Vetere. El film está disponible en Movistar +, Rakuten Tv.

Un grupo de hinchas romanos contempla la tanda de penaltis de la scuadra italiana contra la Argentina de Maradona. El italiano Serena falla, y la anfitriona, cae en semifinales, es el año 1990. En ese instante, nadie observa cómo un coche con el productor Leandro Saponaro (Giancarlo Giannini), en su interior, se arroja al rio Tíber. Luego la cámara nos lleva hasta la chaqueta del productor, mostrando una foto de su supuesta amante y tres jóvenes desconocidos.

Posteriormente, se nos presenta a los tres finalistas de un certamen para guionistas, los cuales han acudido a Roma para recoger el premio, y cómo son detenidos. Los jóvenes son: Antonino (Mauro Lamantia), Luciano (Giovanni Toscano), y Eugenia (Irene Vetere). Mediante flash back, observamos la investigación de la muerte del productor, junto a las vivencias de estos jóvenes. Los tres conocerán las fiestas, ambientes, y a personajes del cine que tenían mitificados, sufriendo una profunda decepción, al descubrir la falsa cara del séptimo arte.

A Virzi se le nota el amor por los grandes del cine italiano: Ettore Scola, Dino Risi, Fellini, que rodaba su última película «La voce della Luna», la cual es contemplada por los tres jóvenes guionistas. En este film mitad parodia, mitad comedia agridulce, hay un alto grado de nostalgia al evocar una Roma nocturna, bohemia, escenario de excesos, pero acogedora con todo tipo de aduladores, y supuestos amantes del cine. Junto a ello, destila esa melancolía felliniana, esa decepción, a través del sentir de estos jóvenes, al conocer el rostro oculto de una industria repleta de falsos amantes de la cultura, de aduladores, y recelosos de nuevos talentos.

La narración mezcla acertadamente la crítica al sistema con el tono cómico, y brilla al describir a ciertos personajes con frescura, algo que pierde, al mezclar tantas subtramas, y al realizar una ambigua reflexión sobre el propio cine.
Las interpretaciones que transmiten mayor veracidad a la historia son las de: Irene Vetere y Paolo Sassanelli, el inspector.

En definitiva, una mirada nostálgica y cariñosa a la época dorada del cine italiano, aunque algo irregular en su desarrollo, una pena ante el material que tenía.

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