Siempre que se lee o se escucha esta palabra se piensa en los descubrimientos científicos y en los geográficos, por lo que inmediatamente nos brotan los nombres de Colón, Pasteur, Fleming, Galileo y Einstein, entre otros muchos. Por supuesto que matemáticos como Lobachevski, Rieman y Hilbert también juegan en eso de descubrir curvas y ecuaciones que representan con más exactitud el espacio y el tiempo. Y ahí acaba todo, como si no hubiese más territorios en los que descubrir algo.
Pero sí que los hay, y uno en el que nunca pensaríamos pese que lo recorremos a diario es el lenguaje. ¿Quiénes son los descubridores? Pues sencillamente los poetas. Con el verso descubren ritmos variados que nos permiten vivir el tiempo no como la rutina impone, sino con un compás diferente que nos produce una gran sensación de libertad y autonomía, como si fuéramos los dueños de ese tiempo que fluye siempre igual pero que en el verso surge de modo distinto, como el poeta quiso, acomodado al soneto, al romance, la lira o los demás metros, que existen de antemano pero como esquemas vacíos que el poeta vivifica con sus intuiciones originales, y así los leemos y vivimos marcando nuestra propia cadencia, como si el tiempo fuera surgiendo no de modo automático sino a nuestro gusto, tal como en la música nos sucede.
Los poetas descubren ritmos y nuevas expresiones, poniendo de relieve sentidos que ignorábamos
Los poetas descubren además nuevas expresiones, poniendo de relieve sentidos que ignorábamos, gracias a esas figuras retóricas que manejan con virtuosismo, como metáforas, metonimias, etc. Imaginariamente Introducen los diferentes seres sobre los que escriben en ámbitos distintos al suyo y les hacen manifestarse como si fueran otros. Entonces descubrimos que esos ámbitos, distintos en apariencia, son como vasos comunicantes por los que transita el mismo fluido vital, haciéndolos semejantes.
Tampoco podemos olvidar a los que utilizan la prosa, porque nos descubren tipos humanos insospechados, pero que estaban, sin que lo supiéramos, en el horizonte de la vida como límites de humanidad. Baste citar a D. Quijote, Fausto, Macbeth o Madame Bovary, quienes representan lo que en el corazón del ser humano bulle, por tanto lo que podemos llegar a ser o quizá lo que realmente queremos o no queremos ser, sin que tengamos conciencia de ello. Novelistas y poetas son los grandes descubridores marginados por la gran mayoría pero que sin ellos, nuestro espíritu sería más torpe y más pobre. Estamos en fechas de rendirles un tributo que se merecen. ¡Benditos sean!
Alfonso Verdoy