Olga Cuairán se ponía el pasado 1 de abril al frente del recurso asistencial que el Departamento de Derechos Sociales ha habilitado en el Balneario de Fitero para acoger en sus instalaciones a residentes de residencias de mayores con positivo en Covid- 19 que no necesitan hospitalización.
La puesta en marcha de este recurso, asegura Cuairán, ha permitido ofrecer un apoyo que ha resultado imprescindible para aliviar la presión asistencial que ha afectado a algunas residencias donde se ha registrado una mayor incidencia de casos de coronavirus tanto en residentes como personal.
En la actualidad el centro cuenta con un total de 27 residentes entre los 67 y los 98 años procedentes, en su mayor parte de las residencias de las distintas localidades de la Ribera. Se trata, explica la directora del recurso asistencial, «de personas con autonomía que han dado positivo en Covid-19 y que requieren un seguimiento y atención por parte de personal sanitario».
Para ello, el Departamento de Salud ha dotado al Balneario de Profesionales sanitarios que cubren la atención las 24 horas del día con un equipo de tres enfermeras y un enfermero. A ello se añade el personal que aporta el departamento de Derechos Sociales, con el apoyo médico de un facultativo que atiende el centro de lunes a viernes, un estudiante de 4º de enfermería, doce profesionales de gerontología, dos auxiliares de cocina y un profesional de mantenimiento. En total, un equipo profesional de 24 personas que garantiza las necesidades asistenciales de las personas que son trasladadas al Balneario.
A todo ello se une la respuesta social que ha brindado al recurso todo el entorno, especialmente la localidad de Fitero. «El alcalde de Fitero, Migue Aguirre, está totalmente pendiente de nosotros, atento a cualquier necesidad que pudiera surgir. También ha habido comercios de Fitero que han querido donarnos material y luego está la Policía Foral, la Guardia Civil y la Policía Local que se presentan personalmente ofreciéndose para cualquier cosa que podamos necesitar. Es una pasada ver cómo se ha volcado todo el pueblo y personalmente para mí es algo muy emocionante. Nunca me había tocado vivir la solidaridad tan de cerca. Hace que te sientas muy arropada y cuando surge algún problema encuentras a cinco o seis personas dispuestas a solucionarlo y eso facilita mucho nuestro trabajo», confiesa Cuairán.
«Nuestros residentes son personas duras, que han pasado mucho en la vida»
La directora del recurso asistencial resalta el carácter de los residentes que estos días superan la enfermedad en el Balneario. «Son personas que a sus propias patologías de base han añadido el coronavirus. Son personas mayores que han pasado mucho en la vida y eso se nota. Son duros, así que muchos se están tomando su estancia en el balneario como unas vacaciones. Eso sí, respetan mucho el aislamiento, todo el mundo permanece en sus habitaciones sin necesidad de que los tengamos que reconducir y gracias a la tecnología les estamos facilitando todo tipo de comunicación con sus familias intentando hacer de su estancia lo más cómoda posible».
«La respuesta del equipo me ha dejado impresionada»
La respuesta que está dando el conjunto de profesionales que atiende a los residentes en el Balneario de Fitero está siendo una de las claves del éxito del recurso asistencial. «Antes de empezar a trabajar sabían que venían a atender a personas con Covid positivo, que iban a tener que afrontar sus tareas con equipos de protección y que el trabajo iba a ser diferente al de cualquier otro centro. La respuesta que han dado todos me ha dejado impresionada. Hemos dicho vamos a ello y vamos a hacerlo bien y el proyecto ha empezado a rodar muy pronto. Se han notado las ganas con las que han venido a hacer su trabajo y está siendo muy fácil coordinar todo», explica la directora.
Para entender las condiciones en las que los profesionales desarrollan su trabajo, Olga describe la emoción con la que vivieron el este lunes la despedida al primer paciente alojado en el balneario que recibía el alta. «Por fin pudimos quitarnos las caretas y las gafas para que, por primera vez, viera nuestras caras. Fue muy emocionante que nos dijera que sabía que detrás de todo ese material de protección íbamos a tener una sonrisa tan bonita. Es algo que hemos visto muchas veces por la tele pero cuando lo vives en directo resulta difícil encontrar palabras para expresar las sensaciones que vives».