Indignación e impotencia, esos son nuestros sentimientos como familiares de ancianos de la residencia “Hogar Nuestra Señora del Rosario”, situada en la localidad de Cascante (Navarra).
Estos sentimientos son debidos al planteamiento que el Gobierno de Navarra, ha llevado a cabo al barajar la idea de trasladar a enfermos del COVID-19 a dicha residencia. Desde el gobierno, señalan que van a estar en un ala diferente a la que los ancianos desarrollan su día a día, pero ¿quién nos a segura a los familiares que no va a haber ningún tipo de contacto con los ancianos que allí viven? ¿Qué tipo de personal van a destinar a este “ala”, si hoy en día ya no se dispone de más personal sanitario disponible?
Me parece una insensatez, por parte del Gobierno de Navarra, exponer a la población más vulnerable, a esa población que actualmente son los que antes desenchufan de los respiradores, para ponérselos a personas más jóvenes. ¿Acaso no es más lógico apartar a los enfermos lo máximo posible de las personas más vulnerables, como son los ancianos? ¿Acaso no es mejor habilitar un hotel u otro recinto que no interfiere en la vida diaria de los ancianos de una residencia? ¿Acaso la vida de nuestros abuelos no vale nada?
Por muy bien que se plantee, siempre existe riesgo, un riesgo que en este caso puede ser letal, puesto que si cualquier persona que está en contacto con enfermos por COVID-19, entra por algún motivo o tiene contacto directo con el personal de la residencia, se van a producir muchísimos contagios. Además hay que sumar la falta de recursos, ¿Cómo nos aseguramos que nuestros abuelos van a estar seguros?
Sonia Pérez, nieta de una residente de Cascante