Este domingo, primer día en que se ha restringido la salida a la calle y se ha impuesto el “quédate en casa”, he salido únicamente a comprar el pan. Al salir, me he encontrado con una Tudela vacía, triste, casi desierta… en lo poco que me he movido para hacer esta pequeña compra antes de regresar cívicamente a casa, por una parte me he deprimido y por otra me he sentido orgulloso de Tudela.
He visto desde la ventana que ha habido personas que han salido a correr, a andar en bici o a caminar en grupo sin respetar lo que se ha acordado institucionalmente pero han sido contadas excepciones. Lo que yo he visto ha sido una ciudad responsable y solidaria. La mayoría de las pocas personas que he visto por donde he caminado llevaban un pan bajo el brazo, una bolsa con compra, el periódico, una caja de pasteles…y esto me ha hecho sentirme orgulloso.
Pero he dicho que el paseo también me ha dejado triste y así ha sido. Al ver las calles vacías, sin gente, solitarias…he pensado que esa no era nuestra Tudela. Faltaba la esencia, no estaban los tudelanos, esa gente del abrazo, de la charla, del saludo afable, del paseo y de “coger capazos” sin parar. Me he cruzado con poca gente, pero hasta ese momento era distinto. Por no violentar al otro uno se bajaba de la acera, tomaba distancia, esquivaba la mirada….esa no es nuestra Tudela.
El parque del Paseo Invierno estaba sin niños, las terrazas plegadas, contados coches pasaban por la Avenida Zaragoza… la ciudad estaba sin vida. Y así tiene que ser, por ahora, aunque nos pese. Este virus diminuto ha cambiado la vida de pueblos y ciudades, ha cambiado nuestras vidas pero no podemos cejar en el empeño de vencerlo y por ahora no nos queda otra que quedarnos en casa para hacerlo.
Vendrán tiempos mejores y Tudela volverá a hervir, saldremos y nos abrazaremos, hablaremos y contaremos anécdotas de estas semanas. Que se preparen los barres ante tanta ansia de calle. Como ocurre en Navidad cuando a Tudela se acercan los amigos y familiares que viven lejos, nos abrazaremos porque todos nos habremos echado de menos, habrán pasado semanas sin que nos veamos y eso al igual que en la época navideña nos alegrará. Pero ahora no toca, seamos responsables por nuestros mayores y aunque nos pese, porque somos un pueblo de calle, quedémonos en casa.
Un saludo, ánimo, nos vemos en unas semanas.
Julián Marín