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Alcohólicos Anónimos de Tudela celebra este sábado 40 años de presencia y trabajo en la capital ribera, cuatro décadas de testimonios y experiencias cuyos protagonistas han compartido el denominador común de desear dejar la bebida con un trabajo silencioso que ha permitido recuperar vidas y familias.
La comunidad de Alcohólicos Anónimos de Tudela está formada por hombres y mujeres, en su mayoría de mediana edad, con carreras, sin estudios, obreros, empresarios, parados… que lleva años sufriendo por culpa del alcohol. En el camino han perdido familia, trabajo. «Los jóvenes son los que tienen más problemas a la hora de quedarse en Alcohólicos Anónimos porque tienen dudas, dudas que les quitan el alcohol y el tiempo», comentan desde su propia experiencia José Luis y María, miembros de la comunidad en Tudela.
Para celebrarlo, este sábado 23 de noviembre, a las 17:30h. se reunirán como hacen habitualmente en los locales de la parroquia de San Juan para hablar, compartir un aperitivo y a las 20:30h. participar en una sesión pública en la que todo el mundo que lo desee podrá acercarse a conocer cómo funciona el programa de Alcohólicos Anónimos y trasladar el mensaje positivo que ha defendido a lo largo de estos años de trabajo. «Sabemos que se puede vivir sin alcohol, pero nadie puede dejar de beber por otro. Tienes que hacerlo tú mismo y es un problema más fácil de aceptar si estás en una mesa donde todos tienen el mismo problema. Lo difícil es vivirlo fuera en soledad. Existe una salida, no es difícil, pero hay que buscarla», apuntan José Luis y María.
Ambos son dos testimonios en primera persona del trabajo que desarrolla la entidad en Tudela, un trabajo anónimo como recoge su propio proyecto pero para nada oculto e invisible. «Sabemos que no hacemos mucho ruido, simplemente estamos ahí tratando de ayudar en una enfermedad bastante peleona que resulta vergonzante para mucha gente», aseguran.
Superar esta fase de reconocimiento, comentan, es el paso más importante y complicado. «Resulta muy difícil reconocerse alcohólico pero es mucho más difícil pedir ayuda», recuerda José Luis. «Yo no sabía que tenía una enfermedad, el alcoholismo para mí era una vergüenza y me ocultaba de la calle y de mi entorno. Me tuvieron que empujar y obligar a poner remedio a lo que me estaba pasando. Así fue mi llegada a Alcohólicos Anónimos donde encontré dos cosas fundamentales. La primera una comunidad de iguales. Me hicieron sentir que yo era una persona y no un desecho de la sociedad. Que merece la pena vivir. La segunda, una comunidad de libertad, principalmente para mí, porque el alcohol me tenía atrapado. Yo estaba entre rejas y solo no podía salir».
En la mayor parte de los casos son personas han caído en las redes del alcoholismo por la faceta social de la bebida en nuestra sociedad, «la groga de occidente» como la denomina José Luis, pero, como apunta María, no es la única causa. «En el caso de las mujeres creo que no se trata de una bebedora social. Bebes dentro de casa porque has tenido una serie de problemas o te has ido refugiando en el alcohol para adormecer una serie de problemas que no has podido solventar en un momento dado. Hasta que llega un momento en que entras en una rueda de la que no puedes salir por tú misma».
Alcohólicos Anónimos de Tudela se reúne los sábados y los martes en la parroquia de San Juan Bautista, de 8 a 10 los martes y sábado de 7 a 9. Hay más grupos en la Ribera.
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